Bello lugar de descanso
que mis restos cobija,
acompañados de ángeles
que a través del tiempo me cuidan.
Es con el paso de los años,
que estos se descomponen,
mientras mi alma canta
eternamente dos canciones;
Una,
la nana que mi madre me cantaba
arrullándome en sus brazos,
la otra era alegría y encanto,
frente al espejo
mientras mis rizos admiraba,
las notas de su boca salían
mientras me peinaba.
Mi mirada se perdía en el camafeo
que siempre su cuello vestía,
y su tranquila respiración
siempre me dormía.
¡Oh, eterno sueño!
Triste desolación,
que tan joven he muerto
sin haber vivido tan siquiera
mi primer amor.
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