Se oyen
batallas lejanas
se escucha al
viento silbar
sonidos de
espadas manchadas de sangre,
chirrían sin
cesar.
El campo que
hoy la paz abraza,
el verde prado
brillando al sol,
desde tiempos
lejanos que no descansa
dando el
último adiós,
a valientes
soldados que han luchado
dejando errantes
pasear
en esas verdes
praderas
que hoy la
lluvia cubre con aroma fresco
para una etapa
comenzar.
Y mirándose a
los ojos
dos soldados
luchan cara a cara,
mirándose a
los ojos
hablan sin
palabras.
Cada uno un
ideal
creen tener la
razón
pero ellos no
sabrán
el por qué
real de esta confrontación.
La sangre
hierve en sus venas,
danzan en un
baile con la muerte
no esperan
nada, solo viven el presente.
Mas ninguno de
todos ellos sabrán
quienes con
vida saldrán del lugar,
solo les queda
luchar.
Triste es el
día de hoy,
en que una
dama va a visitar
la tumba de su
amor,
que dio su
vida por luchar
y en el intento
calló de rodillas,
con la hoja de
una espada en sus costillas
dejó de
respirar,
dejando en
esta vida una esposa
a la que
cuidar.
Resultó ser la
esposa quien le fuera a visitar
llevándole un
ramo de rosas
y mil noticias
que contar,
se fijaba en
el rostro que corona la piedra helada
un camafeo
singular,
con el rostro
del soldado, su esposo,
para que nadie
le pueda olvidar.
Han pasado
largos años desde entonces
el sol ha
vuelto a brillar,
la tierra ha absorbido
la sangre
que en ella
derramada está,
mas los
espíritus de los caídos rondan el lugar
reviviendo de
continuo
una batalla
que librar.
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