Camino con pies descalzos por el asfalto, la humedad
en el ambiente hace estremecerse mi alma, la fresca niebla hace erizarse a mi piel.
Miro a mi alrededor y sólo escucho mis suspiros, creo
que estoy perdida en la nada. La visión de un paisaje tenebroso mantiene a mi
corazón tenso; es hermoso, pero nadie sabe qué se esconde en la espesura del
bosque. Detrás de alguna colina de curva cerrada se escucha el helado silbido del
viento, algunas ramas crujen, llega frío a esta parte del lugar. Continúo sin
ver ninguna cabaña, no debo sino caminar.
Caminando se oscurece el cielo, ya no puedo
regresar, se hace eterna la carretera y comienzo a temblar. La luna en el cielo
se encuentre escondida, la hojarasca cruje al pasar, en la profundidad del
bosque se anima un búho a ulular.
Una mano en mi hombro siento descansar, no fue más
que un segundo, pero la soledad me rodea, no sé de dónde saldrá. La visita inesperada
de un cuervo me espanta, desde las rocas me observa y cuando logro mi vista
enfocar, su dolorosa mirada me aterra; de ojos sangrientos y graznido aterrador,
me hiela la sangre, el pulso me acelera y en un golpe temible de sus alas,
impulsa mi temor haciéndome huir en la espesura del bosque.
Corro todo lo rápido que mis pies me permiten, la
pendiente me ayuda a ir más rápido, y con el trastrabillar de mis pies, la quietud
me ata….miro a mi alrededor, la noche convertida en manto negro ha caído en
estas tierras sin dueño. Otro búho ulula, me parece el mismo por su voz, me
giro para verle, y el espanto que me produce verle observarme con la cabeza
totalmente girada y su vista clavada en mí como si tratase de entregarme un
mensaje, se apodera de mí sentido común. ¡Huye!, escucho una voz en mi cabeza…giro
todo lo rápido que puedo y continúo, cuando varios pasos torpes más adelante
hacen que reduzca la velocidad y concentre mi vista en el suelo para no caer, mi
corazón parece desear la libertad de la cárcel que es para él mi cuerpo…cuando
miro frente a mí, mi cuerpo no responde. Me dejó clavada en el suelo, sin estar
enterrada pero tan inerte como un tronco muerto. El rostro que me observa a
centímetros me hace desear no haber entrado a ese camino engañoso de carretera
asfaltada…pero ya es muy tarde. La mirada demoniaca parece mirar directamente
al interior de mi alma, y una carcajada horrible me hiela la sangre. De algún
modo logro mirar a mi alrededor sin moverme un ápice, y lo que veo es tan
aterrador como mi situación en éste instante…los troncos de árboles que ante
los ojos de mirada segura se ven como tal, a la escasa luz de la luna
sangrienta aparecen como cuerpos despellejados de alma ausente… Y es entonces
cuando lo entiendo todo…
El mensaje del búho era ‘huye de aquí’.
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