miércoles, 26 de marzo de 2014

Sin absolución

En el frío y abandonado eco del silencio,
entre aquellas derrotadas columnas de altos techos
se esconde un alma errante que llora
en la eternidad sus lamentos.

Recuerda perdida en el tiempo
como sonreía entre los helechos,
como el rocío de las flores
refrescaba su cuerpo.

Recuerda su corazón latiendo
y por un amor viviendo,
le daba esperanza a su pensamiento
viveza a su tez pálida en el invierno.

Dicen “nada es eterno”
y como un lirio se marchitó,
quedando sola atrapada en un plano
en el que ni el diablo, ni otra alma
le acompaña hoy.

La soledad,
fiel amiga o enemiga fiel
esa que nadie
sin querer quiere tener,
pero a la que en algún momento se abraza
buscando en ella esperanza.

Le abandonó su gran amor,
el que cada día le repetía
“te amaré por siempre, sin absolución”
el que le acariciaba la mejilla con ojos enamorados
y le enseñaba a sonreír cuando no había razón.

Le abandonó sin decir adiós
sin un motivo, sin una razón,
quizá fuera que cumplió en esta vida su cometido
y hubo llegado el momento del adiós,
que vino a traición la parca
y de este mundo se lo llevó.

Es por eso lector querido
que la hermosa alma de este ser dolorido
vaga errante sin un destino,
y quizás esta noche escuches en sueños una voz
que pronuncie tu nombre
pidiendo su absolución
aunque no tenga delito cometido,
rogará pidiendo perdón.