Ahí fuera todo está oscuro, el cielo únicamente
parece iluminarse con los relámpagos que cada vez están más cerca, la tormenta
es más fuerte según pasan los minutos. Los rayos iluminan con ímpetu las
páginas del libro en el que estoy inmersa. De improvisto, el sonido brusco de
lo que parecía haber sido el cubo de la basura metálico del patio me sobresaltó
por lo que pareció un golpe contra el suelo. Dejé mi libro abierto por la
página marcada y me dirigí a ver qué ocurría.
Un estremecimiento me recorrió a lo largo de la
columna erizando mi piel. Los rayos parecían caer encima de mí. Mi intuición me
decía que algo iba mal, que no estaba sola. Volví a poner el cubo en pie y
observando todo a mí alrededor para asegurarme que todo estaba en orden volví
dentro de casa. La lluvia me empapó casi por completo en pocos segundos,
haciendo que al entrar en casa dejase mis huellas encharcadas de lluvia. –
Juraría haber dejado las luces encendidas- pensé. Un nuevo trueno iluminó el
interior de la casa en el mismo instante en el que la silueta de un hombre
fornido fue expuesta ante mis ojos, acelerando mis pulsaciones hasta el punto
de casi perder el conocimiento. Pude distinguir que llevaba una máscara hecha
con arpillera, dando un aspecto escalofriante. Quise escapar lo más rápido que
pude, pero me obstruyó el paso rodeándome con un brazo, mientras con el otro me
clavaba un cuchillo enorme por la espalda directo a mí corazón, haciendo que me
desangrase agónicamente mientras mi cerebro vivía cada instante hasta mi final.