jueves, 24 de abril de 2014

Una batalla que librar

Se oyen batallas lejanas
se escucha al viento silbar
sonidos de espadas manchadas de sangre,
chirrían sin cesar.

El campo que hoy la paz abraza,
el verde prado brillando al sol,
desde tiempos lejanos que no descansa
dando el último adiós,
a valientes soldados que han luchado
dejando errantes pasear
en esas verdes praderas
que hoy la lluvia cubre con aroma fresco
para una etapa comenzar.

Y mirándose a los ojos
dos soldados luchan cara a cara,
mirándose a los ojos
hablan sin palabras.
Cada uno un ideal
creen tener la razón
pero ellos no sabrán
el por qué real de esta confrontación.

La sangre hierve en sus venas,
danzan en un baile con la muerte
no esperan nada, solo viven el presente.
Mas ninguno de todos ellos sabrán
quienes con vida saldrán del lugar,
solo les queda luchar.

Triste es el día de hoy,
en que una dama va a visitar
la tumba de su amor,
que dio su vida por luchar
y en el intento calló de rodillas,
con la hoja de una espada en sus costillas
dejó de respirar,
dejando en esta vida una esposa
a la que cuidar.

Resultó ser la esposa quien le fuera a visitar
llevándole un ramo de rosas
y mil noticias que contar,
se fijaba en el rostro que corona la piedra helada
un camafeo singular,
con el rostro del soldado, su esposo,
para que nadie le pueda olvidar.

Han pasado largos años desde entonces
el sol ha vuelto a brillar,
la tierra ha absorbido la sangre
que en ella derramada está,
mas los espíritus de los caídos rondan el lugar
reviviendo de continuo
una batalla que librar.