miércoles, 11 de enero de 2017

La sombra de la muerte

Cuando el terror de los recuerdos me torturan en la madrugada,
mi corazón se siente prieto a punto de explotar,
y el líquido que me embriaga esta noche junto a su tumba,
le quita el protagonismo a las rosas del lugar.

No importa el paso del tiempo,
tampoco el punto cardinal,
pues la muerte está presente a donde quiera que vas.

La poción de los reyes de la noche eterna
me hacen vislumbrar
miradas en las sombras, que me acechan sin parar
de espíritus perdidos, no me permitirán escapar,
esta noche es la última que me permiten respirar.

El sonido de un dulce violín inunda el camposanto,
un rayo parte el cielo en mil pedazos,
la muerte está muy cerca, la puedo oler,
la luna brilla, bella y hermosa a mi parecer.

Ojos felinos se reflejan en la noche,
agazapados observan sin perder un fragmento,
la dama pasea entre los panteones
coqueta, enamorada de la luna camina bajo su luz,
el brillo mustio de sus ojos habla de un imposible,
el reflejo de un pasado se disuelve en un parpadeo.

Gracias amor,
por una vida eterna dentro de la mortalidad,
me espera mi eterno descanso,
seré un reflejo en el mar.
Léeme en el dolor del alma oscura
donde siempre me podrás encontrar.



jueves, 5 de enero de 2017

El cantar del ave herida



Un manto blanco cubre todo a la vista,
el frío se hace dueño de mi piel
convirtiendo mi corazón y mis sentimientos en témpanos,
ya ese nudo en mi estómago no se quiere deshacer,
no quiere irse,
el demonio habita en mí.


Mi cuerpo descansa sobre la superficie de terciopelo
mi respiración se torna calma,
pero mi alma es un tormento que dista de lo que mi cuerpo refleja,
es en realidad un infierno en llamas,
y como tal, se incendiará con cada palpitar de este corazón herido.


Más herido que un ave con ala rota,
sin poder alzar el vuelo
sin poder sentirse a salvo pues sabe que la tormenta le golpeará.
Un ave cuya voz se ve acallada por el sonido del viento,
una falsa tempestad que sonríe al sol
mientras que a la luna le trae las nubes,
y es entonces cuando el ave herida va dando tumbos tratando de volar,
alejarse de aquel nido hecho en el tiempo,
el cual un día le dio respaldo y calidez,
hoy de nada sirve,
el ave buscará su lugar,
aunque sea adentro de una húmeda cueva,
y el frío su compañero de vida desde ese momento,
hasta que decida ya no despertar más.