lunes, 18 de noviembre de 2013

Pacto con la muerte

Tengo frío..
Frío en el alma y frío en este cuerpo.
Mi piel se eriza y mis huesos se entumecen
no hay miedo.

Esta noche dormiré
a sabiendas de mi final,
sé lo que he echo
como he vivido, 
de poco me puedo arrepentir ya. 

En éste suspiro, mi último aliento 
tu recuerdo llena mi corazón, 
ocupas mi cabeza pero ya me voy. 
Mi alma volará a tu lado 
para poder estar juntos por siempre 
y que no nos separen....nunca más. 

Escucho el tic tac del reloj,
la brisa entra por la ventana
dándome el último adiós, 
cierro los ojos y siento 
el latir de un corazón
que se va apagando por minutos.

Un olor extraño aparece
miro a mi lado y se hace presente,
vestida de luto y paciente
se sienta a mi lado la muerte.

A un pacto llegaré con ella
"Déjame a su lado por siempre y en su partida
seremos tuyos en esta vida"

"Que así sea" dijo ella
y con mi último aliento
parto hasta mi nuevo destino,
no me alejaré de mi camino
de ti he venido a cuidar.

Y te amaré esperando
el día en que tu cuerpo has de dejar,
conmigo te quedes
y a la muerte debamos pagar.



viernes, 8 de noviembre de 2013

Entre las sombras de un sueño escarlata

 Prólogo


Todo me daba vueltas, parecía que me hubiese pasado el día girando sobre mí misma, estaba desorientada. Reconocí la cama en la que estaba tumbada, ya había estado en ella días antes, estaba en la cama de Arthur. Enfocando la vista miré a una mesilla y después a otra... A la derecha, restos de una noche de pasión, a la izquierda restos de mi sangre en una copa de vino en cristal de bohemia, y entonces recordé, Arthur era un hombre atractivo de gusto fino, perdón, ¿dije hombre? no, quería decir una bestia encerrada en un cuerpo mortalmente atractivo, alto, fornido sin llegar al exceso con una media melena en color negro azabache y unos ojos azules que resplandecían en el alma de cualquier mortal.

Recuerdo que nos conocimos en la recepción del hotel Sta. Marina, un nombre muy irónico dadas las circunstancias. Él daba una charla en el salón de actos sobre arte gótico, la tensión sexual fue inmediata, y Arthur lo vio en mis pupilas, lo sintió en el fluir de mi sangre por mis venas...
Dos horas y media más tarde finalizó la misma. Todo el mundo se levantó de su silla armando un revuelo y desapareciendo en segundos. Yo seguía sentada en mi lugar, casi como si estuviese pegada a la silla y con los músculos tensos mientras veía como Arthur se acercaba posicionándose a mi lado.

-          - Y bien, ¿te ha sido interesante esta charla?
-          - Ha estado entretenida  –le dije ironizando con una leve sonrisa.
-          - Ja. Ja. Ja muy simpática. Quizá te apetezca discutir del tema mientras cenamos esta noche. ¿Aceptas?


La propuesta fue de lo más suculenta: arte, cena y buena compañía. Evidentemente acepté. Quedamos un rato más tarde. Cenamos en el restaurante del hotel y entre plato y plato contrastamos opiniones de la conferencia. Hora y tres cuartos más tarde y dos botellas de vino, subimos a su habitación. Nada más cerrar la puerta se abalanzó sobre mí con deseo... el quería mi sangre, yo le deseaba a él -aún me dan punzadas en el cuello- llevé inconsciente mi mano al lado derecho y fue cuando recordé que mi vida ya no sería la misma.



Capítulo 1


Me levanté despacio buscándole por la suite, pero no estaba. En su lugar, encima del aparador la bandeja del desayuno y una tarjeta que rezaba:


“Me he tomado la libertad de pedirte el desayuno.
Espero que tengas hambre.”


Eran las nueve y media de la mañana y tenía el desayuno esperándome, así que no tardé en sentarme a ello. Zumo de naranja recién exprimido, café, algo de bollería recién hecha... no tenía idea de que probando mi sangre supiese cual era mi desayuno predilecto, ¿debo asustarme? Lo haré mientras me recuperaba de la noche. Bañando el croissant en el café, no pude evitar mirarme el cuello a través del espejo, lo cierto es que las marcas de sus colmillos habían cicatrizado rápidamente, no quedaba apenas dos pequeñas marcas enrojecidas y dolor. Pensaba en cómo había llegado a aquel punto, me pregunto qué le había gustado de mí, es decir ¿por qué yo? Con todas las féminas que hemos asistido a la charla aquel día pudo ser cualquiera, pero me eligió a mí. Lo mejor será que termine y me vaya. Tras darme una ducha rápida le escribí por la parte trasera de la tarjeta:


“Gracias por una noche inolvidable”


Y así, como si no hubiese sucedido nada, decidí no volver a verle. Me atrae muchísimo, nunca había sentido nada parecido por nadie - vale, seguramente el hecho de que Arthur es un vampiro influye de forma importante- pero algo me hace desconfiar de él, no sé que sea, pero esto se acaba aquí.


Ha pasado ya un tiempo desde que mi camino se bifurcó de el suyo, de sus labios, de su pelo… podría decir que lo echo de menos si no fuese por que en ocasiones le veo en sueños, son tan reales que parece no serlo. Veo sus ojos robando mi voluntad, la misma que pierdo ante él, y cuando estoy en sus brazos, tal es su deseo por mi sangre que sus pupilas se vuelven de color rojo escarlata al contacto con su boca y vuelvo a revivir el momento en el que me muerde. Está claro que debo estar obsesionada, sino ¿por qué iba a estar pasándome esto?

La bocina del coche que venía directo a mí, me hizo salir del trance a tiempo para no ser atropellada, aunque ello no me libró de que el charco por el que pasó me empapase ensuciándome casi por completo, miré con gesto torcido al taxi y pude sentir como el conductor me miraba mal mientras le daba a la bocina a modo de regaño por mi falta de cuidado. –Genial ahora voy hecha unos zorros- me dije a mis adentros con un gesto de enfado en mis ojos, afortunadamente estoy cerca de casa. Llegando ya al portal agarré las llaves y me dispuse a abrir las puertas que me llevarían a un estado de limpieza, mi casa. Subiendo por las escaleras como siempre hago, escucho en alguna puerta las voces de mis vecinos, la señora Velázquez hablaba acalorada con lo que parecía ser el teléfono, el señor Fernández recibía la visita de sus nietos, y al fin llegué a mi destino. Crucé la puerta de mi casa y no tarde ni dos segundos en comenzar a desprenderme de mi sucio atuendo, paso a paso iba quedando esparcido por el suelo de la casa dirigiendo a cualquiera el camino al servicio quedando en ropa íntima. Abrí el grifo del agua caliente y metí mi mano a modo termómetro bajo el grifo, acerqué el albornoz y desprendiéndome de esas últimas y delicadas prendas me  introduje en la bañera, vertiendo gel para hacer espuma, -esa tontería siempre me relaja- acomodada cerré los ojos.

Un escalofrío recorrió mis brazos despertándome repentinamente y de pronto vi una silueta con mi borrosa visión que desapareció en cuestión de segundos, pero ello no quitó de acelerarme el pulso y sin entender como, mis sentidos se agudizaron como no recordaba de antes. Podía escuchar mis latidos cuatro veces más sonoros de lo habitual, mi respiración acelerada, mi piel de gallina, incluso sentía mis pupilas dilatadas. Una vez pude centrarme, cogí el albornoz, respiré profundo y traté de escuchar sonido alguno procedente de cualquier punto de la casa, pero no hubo suerte, sólo una ventana abierta por la que entraba un poco de frío. –Maldita sea, no recuerdo haberte dejado abierta- la cerré y me dirigí a vestirme. Me enfundé el chándal y ya en la cocina sacando de la nevera una cerveza, comencé a leer el folleto de comida rápida a domicilio que tengo imantada en la puerta del congelador, sé con certeza que esta noche no cocinaré.

Tendida en el sofá, mando a distancia en mano los botones de los canales pasaban con ritmo pesado cual paso militar. Decidí parar en un canal que emitía una película de comedia romántica, me estiré a por la caja de kleenex que tengo preparada en la bandeja de cristal de bajo de la mesa para casos de emergencia y le di un nuevo trago a la cerveza. La película, fiel reflejo de la realidad (ruptura sentimental) no tardó en hacerme romper en llanto. Por más que lo pienso no logro entender el por qué de la ausencia de valores en la sociedad, el por qué de la decadencia de las relaciones sentimentales es algo que realmente me tiene intrigada y a lo cual no le encuentro respuesta. Recuerdo de historias familiares cuando mi abuela me contaba como conoció a mi abuelo, como se enamoraban con cada gesto, con cada mirada y sus citas tan sencillas como hermosas… y hoy, bueno, hoy ya no existe el amor, sólo es una ilusión que albergo en el fondo de mi corazón, la cual me marchita con el paso del tiempo.


Mi abuela era la costurera de una familia adinerada, mi abuelo el amigo del cabeza de familia de la casa donde trabajaba ella. Un día se encontraron y surgió el flechazo. Cada vez que recuerdo la brillante mirada de mi abuela al contarme su romance, una sonrisa se escapa de mi boca recordando los valores de la familia por entonces y la amargura me inunda ¿por qué ya no puede ser así? ¿Por qué no podemos encontrar un punto medio entre el antes y el ahora? Daría mi vida por encontrar un amor para siempre. Miré la pantalla de la televisión y me di cuenta de que entre mis lágrimas, los protagonistas se habían reconciliado, se besaban y serían felices para siempre, cuando sonó mi teléfono sobresaltándome. Respiré hondo y descolgué.

-         -¿Sí? –pregunté con la nariz taponada.
-          -Lany? ¿Estás bien? – me preguntó Marie desde el otro lado de la línea.
-          -Si claro, ¿Por qué lo preguntas?
-          -Pues por tu tono de voz, se te nota de lejos que estabas llorando, ¿de verdad que va todo bien?
-          -Si, si… es solo que estaba viendo una peli
-        - …-me cortó sin dejarme continuar.- ¡Oh no! Espérame que voy a tu casa con la solución.
-          -Pe, pe, pero si no es necesario ¡de verdad que estoy bien…!


Cuando quise darme cuenta estaba hablando sola, me imagino que haya colgado en el tartamudeo. Diez minutos más tarde sonó la puerta de casa, vivir a pocas manzanas favorecía la rapidez presencial. Era Marie con dos tarrinas enormes de helado de chocolate con trocitos, preparado para ser devorado. Si hay algo que es bien sabido por ella, es cuando estoy mal. Sabe cómo me afecta de sobra este tema.

-          -A ver, ¿entonces qué ha pasado? –Dijo cruzando sus piernas a modo faquir.-
-          -Eso. –señalé a los créditos del final de la película.
-          -¡hay cariño, sabes que te pone mal ver estas películas! ¿por qué insistes?
-          -Por el mismo motivo que sigo respirando, no puedo evitarlo. –dije entre pucheros y mirada baja a la par que me sonaba la nariz.-
- Está bien, toma –extendió una de las tarrinas de helado para mi abriendo la suya mientras yo cogía dos cucharas de la cocina.-

¿Quieres tomar algo?
-        -El helado, así que ven ya.


De vuelta, comenzamos la charla más a fondo.

-        - Pues nada –comencé- es que no entiendo que hoy ya no existan esos valores de familia, vale que los tiempos cambian, que hoy haya más libertades pero de ahí a que las relaciones se basen únicamente en el sexo… ¡no hay amor! ¿En qué momento se perdió?
-         - ¡Hay nena…! Eran otros tiempos, por entonces el respeto estaba a la cabeza de toda relación, los hombres se dedicaban a la protección de la familia.
-         - Si – la corté- y hoy no son más que monos sobre hormonados.
-         - Pues sí, lo que ha cambiado es el modo de utilizar ese instinto primario.
-         - Vale, pero ¿cómo se perdió el amor? ¿por qué se ha cambiado por meros momentos de pasión? ¿¡se le da hoy más valor a los recuerdos que a una estabilidad!?
-          - No lo sé, -suspiró perdiendo la mirada a mi espalda, tratando de darme respuestas quizá poco acertadas.- las generaciones que les siguen a las de por entonces fueron conociendo el libertinaje y vieron…
-          -…¿Vieron que creían estar mejor que antes? –terminé su frase.- Como quisiera vivir un amor estable, que no conozca derrota alguna, un amor de esos en que la felicidad de la mujer es la meta principal, pero sin obligación a boda y mucho menos niños. ¿Tan difícil es?
-          - Por lo visto sí –dijo encogiéndose de hombros.-


Se hizo el silencio. Ambas terminamos jugueteando con la cuchara en el helado, absortas en nuestros pensamientos.

-          -¡ah no te conté! –sorprendí a Marie de repente.
-          - ¿pero qué pasa? ¡Menudo susto me he llevado!
-          -¡Perdón, Pero no me acordaba! lo que te adelantaba el otro día en el mensaje de móvil, pues que llevo noches soñando cosas extrañas, ¿recuerdas a Arthur?


Conté a Marie todo lo sucedido en estos días, desde los extraños sueños, hasta la sombra del baño, sin dejarme un detalle en el tintero. Se lo conté por dos razones, una que es como mi hermana y la otra que puedo confiar en ella sin que me llegue a reservar una plaza en el psiquiátrico de la ciudad. Aunque decírselo no me aseguraba que me fuese a creer, pero necesitaba escucharlo en voz alta para darme cuenta de que tan gran locura parecen mis días y, realmente es preocupante.

-         -Lany, ¿has estado sometida a estrés últimamente? –preguntó curiosa.
-         - Bueno, estos días he estado un poco ocupada con la venta del terreno, pero no considero que llegue a estrés.
-          -Hazme caso cariño, necesitas olvidar todo y descansar. Cómprate unas cápsulas de valeriana y tómate una antes de irte a dormir, te sentará bien. –a pesar de todo la miré con cara de loca- he de irme, se me ha hecho tarde pero prométeme que te vas a cuidar.
-          -Ok, si con ello quedas contenta…te lo prometo.
-          -Hablo en serio Lany –se aseguró que yo también hablaba en serio mirándome directamente a los ojos.-
-          -Que si pesada.



Tras la ida de Marie, llamé al restaurante de comida italiana, esta noche el menú serían unos raviolis con salsa carbonara. Se me hace la boca agua solo de pensarlo. Al colgar con el dependiente que tomó nota de mi pedido, perdí mi mirada a través de la ventana, viendo pasar la gente desde mi quinto piso, gente que va y viene en sus rutinarias y falsas vidas. Observé fijamente a un muchacho de ropa oscura que se detuvo en la acera de enfrente mirando de lado hacia las alturas. Mi estómago cantaba al son del rugido cual león hambriento, cuando sonó el timbre. – ¡Al fin llegó mi cena!- revoloteé hacia la puerta.

-         -¡Madre mía! No recordaba que estuviesen tan ricos estos raviolis, ¡podría mantenerme a pasta casi media vida y no pasar un ápice de hambre!


Capítulo 2


Estoy durmiendo, pero me veo desde detrás del cabecero de la cama. Acaricio con movimiento torpe las suaves sabanas de satén, miro a mí alrededor y reconozco el lugar, me siento tranquila pero aún así siento el sudor bañando mi cuerpo. Veo como abro los ojos, sin embargo no me veo desde la otra posición. Me acomodo de lado y vuelvo a cerrar los ojos. En un momento dado, percibo un fuerte y dulce olor a rosa, es agradable sin duda, lleno mis pulmones con ese recuerdo. Una caricia inesperada recorre mi mejilla derecha hasta la mandíbula.
Un estruendo dentro de mi cabeza me hace incorporarme en la cama, fue como un golpe, no sabría decir exactamente donde ha ocurrido, lo que sí puedo asegurar es que mis latidos van a mil revoluciones por minuto. Respiro hondo tratando de ralentizar el pulso. Siento como me palpita el cerebro. Tras varias respiraciones logro controlarme, aún aturdida trato de guardar equilibrio poniendo mi mano derecha sobre el colchón cuando algo traspasa mi piel, y nuevamente alterada miro que ha sido. Cuál fue mi sorpresa al ver aquella rosa negra junto a mí. El mismo perfume fuerte y dulce que en el sueño, esta vez real pero ¿¡Cómo!?

Tratando de aclararme un poco, me levanto a curarme las heridas -menos mal que ha sido superficial- pensé. Y con esa idea me fui a la cocina a prepararme un café. Aturdida ya con tanto sueño, decidí comenzar un diario en el que apuntaría cada sueño extraño, cada suceso poco convencional, todo lo necesario para encontrar un motivo a tales noches de inquietud. No podía continuar así o terminaría en un loquero. Agarré una libreta aún por estrenar del estante del salón, de aspecto envejecido y con falso gravado en oro y comencé a escribir:


Libro de lunas:

·         Suceso 1: sueño con la noche en la que Arthur me mordió, bebiendo mi sangre.
·         Suceso 2: revivo el momento en sueños, es tan real que me llevo inconscientemente la mano al viejo mordisco ya cicatrizado.
·         Suceso 3: una sombra en el baño cuando yo estaba relajada entre la espuma. (quizá no sea nada, pero la ventana de la cocina estaba abierta)
·         Suceso 4: sueño muy extraño en el que yo misma me veo a mi desde otra posición, soy yo pero sin serlo.
·         Suceso 5: al despertar me encuentro una rosa negra en el colchón (yo estaba sola.)


Dadas las circunstancias creo que cambiaré la cerradura, a ver si en una de estas alguno de mis ex novios tiene copia de la llave de casa y me está tratando de reconquistar de esta forma tan peculiar…sólo de pensarlo se me eriza el vello de terror. Trataré de dormir un rato más. –Y con ese pensamiento comprobé que todas las puertas y ventanas de la casa estaban completamente cerradas- nerviosa, miraba de reojo tras de mí, como si el absurdo gesto fuese a servir de algo sin que me diese un ataque al corazón. Me dejé caer pesadamente sobre la cama tapándome nada más que con la sábana y me perdí entre los sonidos exteriores de la noche.


-¡Dios, estoy horrible! ¡Qué ojeras! Imperdonable, vaya.- La visión de semejante imagen frente al espejo me espantó. El tacto del agua fría con mis manos convirtió mi piel en la reencarnación del pollo de los míticos trotamúsicos, únicamente me faltaba cacarear. Salí a la calle con la idea de cambiar la cerradura lo antes posible, y con esas me dirigí a la ferretería más cercana.

-          -¡Buenos días! – exclamé, aunque de buenos no tenían nada, mi cara atestiguaba dicho espectáculo.
-          -Hola, ¿en qué puedo ayudarle?
-         - Quiero cambiar la cerradura de casa, ¿tiene alguna compleja y difícil (por no decir imposible) de abrir?
-          ¿Cerradura o cerrojo? –Se aseguró el ferretero.-
-          dudé- mejor una de cada. –siempre sería mejor estar prevenida de más.-



El dependiente me enseñó varios modelos y tras un buen rato de consejos y toma de decisiones casi absurdas, me decidí por lo que parecían cerraduras de bunker. Si no eres de la C.I.A no podrían abrir esa puerta.

-        - Quería hacerle una pregunta, para ventanas de hierro antiguo, ¿hay algún tipo de cerrojo? –el dependiente curioso preguntó.-
-        - ¿Cómo cerrojos de ventanas de hierro antiguo, ¿esas que tienen una manija que gira 90º y se cierra con una “ele”? –dibujando en mi cabeza dicha descripción asentí.-
-        - Pues no, como no cierre la ventana con barrotes… ¿qué sería para un bajo? ¿un local o…?
-        - Sería para un hogar, un quinto exactamente. –el hombre sorprendido abrió los ojos tratando inútilmente de disimularlo-
-        - No señorita, para ese caso la única solución serían los barrotes.
-        - De acuerdo, gracias señor. –bolsa en mano, me dirigía a la salida cuando me llamó el ferretero de improviso.-
-        - Disculpe, con la compra de la cerradura si quiere puede tener la instalación gratuita.
-        - Descuide, ya lo hago yo. –sonreí al caballero- ¡adiós!


Y me fui sin esperar respuesta. Lo único que me faltaba era que nadie anduviese en mi puerta quedándose copias de mi llave por doquier. Me paré en seco. – oh no, ¡me estoy volviendo paranoica! Está bien, tomé aire, se me pasará cuando las haya instalado y pasen los días.- me repetí cual mantra. 
Ya de vuelta y ataviada con ropa de estar por casa, me dediqué en profundidad a el cambio de cerraduras, de hoy no pasaba, eso seguro. La incertidumbre de cómo habían logrado entrar en casa mientras dormía me mortificaba aún más, cada vez que trataba de encontrar respuesta. Hora y cuarto más tarde ya había instalado los nuevos cierres y todo estaba en orden. Ya debería bastar.
Me sacudí la ropa, me serví un café y me dirigí al ordenador recordando el libro de lunas que había comenzado a modo de diario. Quiero investigar, pero lo que más me intriga es el cómo esa rosa apareció en el lado vacío de la cama, qué significa verme a mí misma desde otra posición… Harta ya de tantas preguntas extrañas, me puse manos a la obra y comencé a buscar las respuestas del libro de la luna punto por punto.


…Soñar con un amor del pasado: significa que tenemos necesidades afectivas en el presente. 2. El hecho de revivir el momento ha de ser el subconsciente sin más –pensé.-



Repasé cada punto con detenimiento, prestando especial atención al apartado del sueño…al parecer ha sido un viaje astral, por lo que se explica, los viajes astrales consisten en la separación del cuerpo físico del cuerpo astral. Esta separación es muy parecida a la muerte (….)
¿Podría ser esto lo que hubiese sucedido? No puede ser posible ¿cómo se va a separar el cuerpo físico?...- me perdí en un laberinto de pensamientos por un buen periodo de tiempo, estudiando las posibles causas más detenidamente, tratando de entender el punto de vista esotérico, el hilo de plata, las posibles limitaciones, etc. Todo me parecía una locura, pero debía descartar opciones.
Sumergida en mis nuevos conocimientos, me sobresalté al sonido de mi teléfono móvil y calmándome miré la pantalla del mismo. Llamaban desde un número que no tenía en la agenda del teléfono –no iba a descolgar pero algo en mi interior me empujó a hacerlo-

-        - ¿Quién es?
-        - Buenas tardes Lany, ¿ya no me recuerdas? – mis ojos quedaron abiertos como si el filo de un cuchillo hubiese atravesado mi corazón al escuchar esa voz. Tardé unos segundos en reaccionar. Cuando al fin pude hacerlo, un sonido ahogado salió de mi garganta.-
-        - ¿Arthur? Ho… hola.
-        - ¿Ya no me recordabas? Creía que había sido una noche inolvidable.
-        - Ahm, si bueno, lo fue. ¿por qué has llamado? O ¿cómo? es decir…
-        - Creí que me echabas en falta
-        - Si bueno, así ha sido
-        - ¿Entonces? Si molesto dímelo y desaparezco.
-        - No, no molestas, es sólo que me has sorprendido.
-        - Bueno, en ese caso ¿cómo te va todo?
-        - Me pillas en mal momento la verdad, pero ¿te vendría bien vernos y nos ponemos al día?
-        - Si, no hay problema. ¿me llamas tú?
-        - ¿Te parece si quedamos ya para el domingo a las cinco?
-        - Cuando tú me digas.



Tras ponernos de acuerdo para vernos el domingo, me acomodé nuevamente en el sofá sorprendida, mirando a mí alrededor los apuntes, la información y los estudios que acababa de emprender y pensando en cómo podría contarle lo que me estaba sucediendo. Cosas más extrañas me han pasado, es cierto, pero aún así ¿cómo sacar el tema sin parecer una loca? Me estoy estresando, vuelvo a ver a Arthur sin saber el motivo, en cuanto le cuente esto se irá y si que nunca más volveré a verle, no, no puedo decirle nada, si se va que no sea  por mi culpa.
Continué con mi investigación hasta donde mis ojos accedieron, doloridos y cansados cerré el ordenador portátil y me levanté a abrir la ventana. Estaba lloviendo y el sonido de la lluvia lograba relajarme. Apoyada en el marco de la ventana, con mis párpados relajados y respirando hondo, por un momento logré transportarme a un bosque solitario en el que se escuchaba claramente el sonido de la lluvia cayendo entre las ramas, golpeando las hojas animosamente, no existía nada más que ese lugar y yo. En ese instante las piernas me flaquearon haciendo que mi cabeza se golpease débilmente contra la ventana y haciéndome volver a la realidad de nuevo.

-         -¡Outch! –me quejé llevando mi mano al golpe. Parece que no puedo ni relajarme- pensé. Mi cabeza comenzó a intentar unir cabos con todo lo sucedido, tratando de encontrar una explicación.- A ver, estoy de acuerdo con eso de que tengo un vacío en mí, eso ya lo sé, pero… -la incertidumbre había forjado en mí lo que parecía una nueva personalidad.- bah, seguramente es el subconsciente que me habla, estoy dando demasiada importancia a algo que seguramente sea producto de mi imaginación.-



El sol llevaba ausente en mi ciudad varios días ya, las tormentas se habían ocupado de encapotar el cielo infinito, llovía como si los ángeles llorasen lágrimas vivas hasta secarse y dejar lo que podría ser desiertos en su interior. Yo aún seguía dándole vueltas a la cabeza sobre como iría la tarde con Arthur, los nervios recorrían  a la par mi sangre y mis venas, haciendo de mi cuerpo una atracción abandonada. Mirando el reloj, viendo como las agujas se movían, mi certeza me asegura que él aparecería en cualquier momento en mi casa. Le buscaba por la ventana nerviosa jugando a la vez con mi anillo. Los coches pasaban por la carretera que separaba la hilera de edificios con los de enfrente, dibujando círculos con las ruedas al paso. Sentí los músculos de mi espalda tensarse como nunca antes había sucedido, mis sentidos se nublaron lo que parecieron segundos y al momento sonó el timbre. – ¡Ya está aquí!- dije masajeándome los hombros y respirando a su vez mientras me dispongo de camino a la puerta, observo por la mirilla, último suspiro nervioso y abro dándole la bienvenida. Ahí está él, ante mí con su templada sonrisa y su brillante y hermoso pelo…


-        - Buenas tardes Arthur – mi voz sonaba un poco tensa por la incertidumbre, mis ojos se fijaron en los suyos-
-        - Hola Lany – salió de su boca sin prisa pero sin pausa.-
-        - Adelante, pasa. El abrigo lo puedes dejar aquí. –señalé el perchero escondido-
-        - De acuerdo, gracias. –me besó la frente protector-
-        - ¿Y qué, cómo te ha ido todo en este tiempo? ¿sigues con la venta de terrenos?
-        - Sí, eso no ha cambiado. ¿Tú sigues dando charlas por las universidades?
-        - Sí, aunque me he tomado unas “vacaciones”, estoy de reformas en casa y dedico todo el tiempo a ello. – ¿de reformas? Creí que no querías establecerte. Pregunté.
-        - Bueno, hasta no hace demasiado era así, pero creo que me ha llegado la hora – dijo entre sonrisas mirándome curioso.-
-         -Perdóname no te he preguntado ¿te apetece tomar algo?
-         -Sí, un café estaría bien, gracias.


Me levanté a prepararlo ya más relajada. Sentí como los minutos volaban, hacía ya un rato que había llegado y no había notado el paso del mismo, lo cierto es que le echaba en falta. Se le veía tranquilo, como siempre, relajado y cómodo con la situación, yo también estaba más tranquila, más incluso de lo que hubiese imaginado. Volví al salón y estuvimos hablando un largo tiempo. Las risas y la complicidad parecía no haber desaparecido, todo seguía como siempre…o casi.



CAPÍTULO 3


-         -Te veo un poco distraída, ¿va todo bien? ¿te estoy robando tiempo? No quiero molestar, si quieres nos vemos en otro momento…


Quedé pensativa con la vista perdida en el fondo y a sabiendas que Arthur me miraba, estaba tan cómoda que decidí plantearme el contarle todo lo sucedido. Había llegado el momento…


-         -Am, no Arthur, no es eso… -acerté a decir levemente preocupada por su reacción- verás es que de hace un tiempo aquí, me van pasando unas cosas extrañas…
-        - ¿Qué tipo de cosas? – Trató de mostrarse interesado, lo noté en su actitud, pero sabía que me tomaría por una loca.- No te preocupes, sabes muy bien con quien estás hablando – me recordó.-
-        -  Pues cosas extrañas como un sueño en el que yo misma me veo desde otra posición, soy yo pero sin serlo, además algo más raro es que al despertarme tenía a mi lado una rosa, la misma que vi en el sueño.  
-         - Interesante. –No pareció sorprenderle.- Seguramente hayas dejado la puerta o la ventana abierta sin darte cuenta.
-         -No, eso no ha sido –su mirada se fue tornando curiosa.- ese día temprano mientras me daba un baño…
-         -¿Sí? –preguntó un poco ansioso-
-         -Pues que cuando me estaba dando un baño, al abrir los ojos vi una sombra.


Se revolvió muy interesado de pronto en el asiento:

-        - ¿Una sombra? Cuéntame todo con detalles.- sus ojos se clavaron en los míos-
-        - Ok, yo estaba relajándome mientras me daba ese baño, tenía los ojos cerrados y sentí que me observaban, abrí los ojos y enfocando la vista vi a esa sombra saliendo del cuarto del baño, así que agarré el albornoz y la busqué por la casa. Todo estaba cerrado, bueno, cuando llegué a casa se suponía que todo estaba cerrado, porque cuando fui a ver, la ventana de la cocina estaba abierta y entraba una fría brisa, aún no le encuentro sentido.
-        - Sí, pero vives en un quinto, nadie puede subirse por las paredes y entrar por una ventana sin canalones ni escaleras de incendio…
-        -Pues eso es lo que más me extrañó  -suspiré intrigada.- y bueno, he buscado algo para asegurar las ventanas pero como no sean barrotes no sé de nada.
-        - No digas tonterías, parecerías encerrada en una celda.
-        - Eso sí, ¿pero qué puedo hacer sino?
-        - Bueno… hay una opción que si tú quieres.


El plan sería que Arthur se quedase en mi casa a modo guardaespaldas, durante unos días por seguridad, si no volviese a pasar nada por entonces, volvería a su polvorienta casa a seguir con su día a día. La verdad es que no sé si alegrarme de que me haya propuesto la idea, sé que lo hace por mi bien, no quiere que me pase nada y eso, pero el hecho de estar juntos bajo el mismo techo… me alejé aquél día por no sufrir, y creo que aceptar sería como abrirle las puertas de nuevo, y no puedo dejar que pase, no quiero sufrir.

-         -¿Puedo preguntarte algo?
-         -Claro, dime.
-         -¿Por qué has vuelto ahora? ¿por qué no antes? ¿por qué no hiciste por acercarte cuando me alejé yo? ¿por qué ha de ser como tú quieres? –esta última pregunta no tuve valor a decirla en alto, pero no sería por ganas de no querer saberlo.-
-          -Esta conversación tenía que llegar, ¿eh? –Mis ojos afirmaban aquella pregunta- pues verás Lany, he vuelto porque creí que era el momento adecuado. No lo hice antes porque ni yo estaba preparado para más, ni creo que tú estuvieses segura de estarlo, de otro modo, no hubieses desaparecido. –Mi cabeza hizo un gesto de afirmación instintivo.- ¿Para qué iba a tratar de hacer algo en contra de tu voluntad?    -¿Es que acaso no estabas segura de lo que hacías? Y –se adelantó a decírmelo antes de que siquiera se me ocurriese preguntar- si me he interesado en venir a verte, es porque… voy a ser sincero Lany, en todo este tiempo no me he olvidado de ti, te he estado cuidando desde la lejanía. ¿Recuerdas hace varias semanas que estabas mirando con la mirada perdida por la ventana un día muy lluvioso y un chico miró hacia tu ventana disimuladamente? Pues era yo. –mi mirada empezaba a verse ligeramente enfadada, mis gestos ya no eran tan cordiales y mi cabeza era un ovillo de lana totalmente enredado.-
-         -Espera a ver que lo entienda –afirmó- ¿me has estado vigilando todo este tiempo y no te has dignado a mostrarte?
-         -Por favor Lany, no te alteres, o al menos escúchame antes de hacerlo, por favor –rogó. Su cara de suplica logró unos minutos de escucha que poco podrían hacer por convencerme.-
-         -Está bien. Explícate.
-         -Sabes que soy vampiro, -afirmé con la cabeza- mi “don” es la empatía y adelantarme a los hechos, sencillamente sentí que algo no iba bien y decidí cuidarte desde las sombras y ya que tu no habías dado señales de acercamiento, no quise poner en peligro esa seguridad que te podía dar al decírtelo.
-         -Pero, si hacía tiempo que no contactábamos, ¿cómo es que lo sentiste?
-         -Porque desde que hemos estado juntos, me he quedado “ligado” a ti.
-         -¿Me estás diciendo, que crees que estás enamorado de mí? – no doy crédito, en este instante si me toman el pulso no lo encuentran-
-        - En realidad te estoy diciendo que nunca he dejado de estar enamorado de ti, si. Que cada día, cada hora, minuto y segundo, eras tú la razón de mi existir. Que has estado sola sin saber que en realidad yo estaba contigo. Y he de confesarte algo, a riesgo que de cualquier forma no quieras que me vuelva a acercar a ti, es sobre esos sueños que has tenido. –a mi cerebro ha dejado de llegarle oxígeno, me voy a desmayar- Lany, has palidecido, ¿estás bien?
-        -Si, si… es solo la impresión – sonreí invitándole a seguir hablando.-
-        -También puedo meterme en la cabeza de la gente, y aunque no me gusta y no suelo hacerlo (es romper las normas si lo hago en uso personal) el sueño en el que volviste a revivir el último encuentro, te lo provoqué yo.
-          ¿¡Has entrado en mi casa sin permiso!? –me faltó tacto para preguntarle-
-        -Bueno, técnicamente me invitaste a pasar tu misma al abrirme la puerta…
-        -¡Arthur! ¿Cómo has sido capaz?
-        -Porque te amo. Porque te quiero proteger y no quiero que te suceda nada. 
-        - Está bien… ¿qué más has hecho?
-        - El sueño que me has dicho que te veías a ti misma fue un viaje astral, ahí yo no he provocado nada, pero sí he estado presente. Tú “yo” interior me vio y le di la rosa, terminaste por dejarla en el lado vacío de la cama. También puedo provocar tensiones musculares como has podido comprobar, al igual que si miras tu reloj verás que se paró en la hora a la que me abriste la puerta hoy. –moví como pude mi mano descubriendo el reloj y efectivamente, se había parado a las cinco y dos minutos de la tarde.
-        -Me falta el aire.
-        -Iré a por agua. –aham, indiqué.-


-Ahora todo cobraba sentido… provocó con el sueño que mi necesidad con referencia a él volviese, he tenido un viaje astral (en eso si estaba en lo cierto), la rosa salió de él, y la sombra… espera un momento…
-        -¡Arthur! ¿Puedes venir ya?
-         -Si tranquila, ya estoy aquí. ¿Qué pasa?
-        - Entonces si tú te has metido en mi cabeza y yo te he “invitado” a pasar mientras estaba dormida… ¿tienes que ver algo con la sombra? ¿Es a ti a quien he visto?
-        - No. Con eso no tengo nada que ver, no me hubiese ofrecido voluntario para protegerte, y te lo digo muy en serio.
-        - Entonces, si no eres tú ¿Quién es? ¿Qué quiere? ¿Y de dónde ha salido? –Dije con pulso acelerado mientras Arthur me tendió el vaso de agua a mis manos ahora temblorosas ante aquél “descubrimiento”  y acariciándome el pelo, trata de tranquilizarme-
-        - Lany, quería que dejásemos claro el tema de si quieres que me quede aquí para protegerte, decidas lo que decidas lo respetaré. –me quedé dubitativa por unos instantes. Sabiendo con seguridad que tenía en casa rondando una sombra y que no era Arthur, la idea de quedarme sola en casa no era lo más apetecible.-
-         -Está bien, pero dormirás en una habitación diferente a la mía. –advertí asegurándome no caer en su encanto.-
-         -Lany, me da igual dormir en la puerta de tu habitación, lo único que quiero es cuidarte de que no te suceda nada.
-         -De acuerdo. Tu usarás la habitación de al lado, si quieres dormir en la puerta ya es asunto tuyo.
-         -Pues voy a preparar todo.


Posé el vaso sobre la mesa y a paso nervioso me apuré a preparar todo. Tranquila por la seguridad de que conservaba mi reputación intacta pero nerviosa por lo que se acontece, comenzaba a sentirme entre insegura y observada, ya ni las cerraduras extra me servirían. Al menos tengo la certeza de que Arthur sigue pensando que soy normal. ¡Qué locura!


Una vez preparado el cuarto de invitados volví a la salita. Arthur estaba algo inquieto, se leía en la mirada que algo le rondaba la cabeza. Me volví a sentar en el sillón tratando de inmiscuirme en sus pensamientos –algo absurdo por mi parte dadas las circunstancias- fue entonces cuando me miró y me propuso un plan…

-       -Estaba pensando en algo, pero tu decisión será la última palabra. –curioseé con la mirada hasta que logré preguntarle-
-       -Y… ¿qué es?
-       -Verás, se de alguien que puede ayudarnos con la sombra, si quieres. – la idea me sonó casi hasta cómica, pero una cosa estaba clara, si iba a mayores el tema no me haría ninguna gracia. Me quedé pensando unos segundos-
-       -¿De quién hablas? ¿Qué experiencia tiene en todo esto? ¿es de confianza? ¿cuánto hace que le conoces? –Las preguntas brotaron de mi boca como una estampida de dudas.-
-       -Me estoy refiriendo a un viejo amigo de hace muchos años, más de los que puedes llegar a contar, evidentemente es de confianza, ha sido desde su mayoría de edad, mago titulado por la escuela de Artes -Oscuras en Formosa de San Juan y lleva ejerciendo desde entonces. Me debe un favor así que si aceptas, me pongo en contacto con él y nos quitamos el problema de encima lo antes posible.
-        -… está bien. Llámale, cuando haya noticias me cuentas.
-        -Lany, lo único es que tengo que presentarme allí, y el viaje será de dos días.
-        -¿¡Dos días!? – se me abrieron los ojos como platos- ¿y si, y si, y si vuelve a aparecer me ataca y esta vez va más lejos y estoy sola?
-        -No estarás sola, llama a tu amiga Marie y que se quede contigo.
-        -¿Marie? ¿Cómo narices sabe de ella si no la conoce...? – cerré los ojos a modo de resignación por ya saber la respuesta.- de acuerdo, la llamaré.
-        -Bien, pues no perdamos más el tiempo, me voy ya, contra antes me vaya antes estaré de vuelta. Ten cuidado.
-        -Descuida, no pasará nada – traté de auto convencerme-


Antes de irse, sentí la impetuosa necesidad de abrazarle, al darme cuenta de lo que estaba haciendo le miré con recelo, no sabía si lo había provocado él o surgió de su ausencia por tanto tiempo. Mirándole, me di cuenta de que era la segunda opción, el tenía los brazos abiertos sin saber si abrazarme o no, aunque en su interior lo estuviese deseando. Me correspondió con cierta prisa y un beso en la cabeza.

-       -He de irme Lany, mañana a esta hora habré llegado.
-       -Si. Por favor, no tardes.
-       -¡Llama a Marie!
-       -Si, ya lo hago.


Tras verle cruzar la puerta, agarré el teléfono y marqué el número de Marie. Entre que descolgaba y no me quedé pensando en su actitud antes de irse, en cómo se estaba tomando todo esto… en si en aquellos días hubiese sido la misma reacción, o si era algo nuevo.

-        -Hola Lany, ¿qué te cuentas?
-        -Mucho. Por lo pronto te necesito aquí ya.
-        -¿Ahora qué ha pasado? Te noto alterada.
-        - Marie, estoy alterada, por favor, ven lo antes posible.
-        - Ok, ok ya voy a tu casa. No tardo.
-        - Gracias.


Unos quince minutos y sin respiración por el agotamiento, Marie llegaba a mi puerta. Otra vez el mismo pensamiento, al final terminaría perdiendo el juicio, ¿cómo contárselo? Que pase lo que tenga que pasar. Sonó el timbre.

-        -¡Menos mal que ya has llegado!
-        - Vamos a ver, ¿¡pero qué cuernos te pasa!? – preguntó asustada.-
-        -Tengo una sombra en casa. Arthur. Magia.
-        - A ver, vamos a sentarnos, nos calmaremos y me cuentas todo despacio para que lo pueda entender ¿vale?
-        -Si.
-        -¿Qué es eso de la sombra?
-        -Pues una sombra. Vaporosa de color grisáceo. Tipo espíritu pero maligno. –mi cara era un poema-
-          ¿Estás segura? ¿Cómo lo has sabido?
-         -La indignación por su falta de confianza me superó- ¿cómo que como lo sé? Pues ¡por que la vi mientras me bañaba!
-          -¿Y qué tiene que ver Arthur en todo esto?
-          -Lo importante es que ha ido a buscar a un mago amigo suyo y mañana sobre ésta hora estará de vuelta.
-          -¿Así que ya llegó el momento, eh? Bien, habrá que prepararse.
-          -¡Un momento! ¿Prepararse de qué? ¿Cómo? – aquí me estaban escondiendo algo y no sabía el qué. Marie me lo explicaba a la vez que sacaba de su bolso unos supuestos ingredientes y me revolvía los cacharros de la cocina.-
-          -¿No sabes nada de nada de nada aún?
-          -¡No! –Lo cierto es que tanto misterio me estaba dejando exhausta- tú sabes algo ¿me lo vas a contar o no?
-         -Bien, siéntate, ponte cómoda y agarra aire porque lo que te voy a contar te parecerá totalmente surrealista. –una vez Marie estuvo segura de que si me caía no me golpearía la cabeza, comenzó a contarme.- Has visto una sombra, porque hace tiempo que la arrastras contigo. No sé el motivo, sólo sé que si no la eliminamos antes de que sea tarde puede hacerte mucho daño.
-        -Vale, mañana en cuanto venga Arthur con el mago él se quedará aquí varios días, quiere controlar que no pase nada, así que por ese lado puedes estar tranquila.
-         -Si, lo sé. –estaba muy segura, esa sensación me intranquilizaba más aún-
-         -¿Y cómo y por qué estás tan segura?
-         -Lany, hay algo que no sabes de mí. –Menuda novedad pensé, mientras la miraba inquisitivamente- no soy exactamente quien ves. –a éstas alturas nada me podría sorprender, o eso pensaba yo.- tengo más años de los que crees que tengo… soy una bruja.
-         -¿Bruja?  – ¿Qué más me quedaba por oír, que en su casa tiene hadas en lugar de aves y un duende irlandés metido en la cartera para que no le falte el dinero?-
-         -Estoy titulada por la escuela de Artes Oscuras en Formosa de San Juan.
-         -Espera, ¡de ahí va a traer Arthur al mago!
-         -¿No te ha dicho el nombre?
-          -No, sólo que es un gran amigo de hace “más años de los que puedo contar”
-         -Entonces debe referirse a Garoth, una leyenda, ¡que lo sepas!
-         -No sé si desmayarme o alegrarme.


Vale, voy a centrarme un momento; Mi ex (vampiro) vuelve tras un tiempo supuestamente desaparecido, resulta que nunca me dejó, que me estuvo cuidando “en las sombras”. Mi mejor amiga, resulta que es bruja y me entero tras años de amistad, tengo como ocupa a una sombra maligna que tarde o temprano terminaría por matarme, Arthur y Marie se conocen de la escuela de “artes oscuras” (esto queda pendiente de hablar) y voy a conocer a un mago seguramente milenario. ¿Puede faltarle algo más a mi vida? No lo creo.
Pasaron segundos hasta que recuperé la conciencia, sólo recuerdo que dejé de escuchar todo tipo de sonidos y mi visión se tornaba diferente. Por unos segundos borrosos y después como si no fuesen mis ojos los que veían. Pero la imagen salía de mi cuerpo. Cuando quise darme cuenta, estaba tumbada con la cabeza hacia la ventana y Marie a mi lado agarrándome de la mano.

-        - ¿Estás bien?
-        -Creo que sí. -Dije incorporándome- ¿qué ha sucedido?
-        -¿Qué has sentido?


Tras detallar lo sucedido, Marie se quedó pensando.

-        -Toma, ponte esto. Es un amuleto de protección contra el mal, por muy tontería que te parezca, te protegerá. – El amuleto era un pentagrama, recordaba haberlo visto curioseando en internet cuando escribía el libro de lunas.- Bueno, las pociones ya están preparadas, los cristales en su sitio, el hechizo preparado… sólo falta que llegue Arthur con Garoth y ponernos manos a la obra. ¿Te sientes mejor? ¿Estás bien?
-        -Si. -Di un sorbo al agua.-
-        -Entonces te explico, el plan es este: invocaremos a la sombra tú, Garoth y yo, aquí tengo el ritual –alzó un papel agitándolo- y mientras Arthur nos guardará las espaldas por si pasase algo más.
-        -¿Y qué puede pasar?
-        -Cualquier cosa, desde que sea de lo más sencillo acabar con ello hasta que traiga refuerzos y se nos complique todo.
-        -Ahm, vale.


Las horas pasaron como en un parpadeo, cuando quise darme cuenta, estaba amaneciendo y se acercaba la hora. A duras penas he podido pegar ojo, me pasé la noche sintiéndome observada, y esto de no tener intimidad no me gustaba lo más mínimo, de hecho y ahora que lo pienso, debe de ser lo que más me preocupa, más aún que la posibilidad de morir… escuché ruidos en la cocina, Marie ya debía estar preparando el desayuno, decidí levantarme a desayunar. El aspecto que tengo al levantarme me sobresaltó al pasar por el espejo del pasillo, el pelo revuelto lo prefiero para las noches de pasión. La vi colocando los platos, el zumo y el café en la mesa y hasta algo de bollería industrial, no recuerdo cuánto tiempo hacía que no desayunaba en condiciones, pero hoy no sé cuánto lograría ingerir por los nervios.

-        -  Hola Marie. -Solté frotándome los ojos.-
-        - Buenos días Lany ¿has podido dormir algo esta noche? Te escuché dar vueltas en la cama…
-         -A penas –mi cara lo atestiguaba-
-         -Siéntate y desayuna, hoy necesitaremos mucha energía. –miré un poco asqueada la comida, no me sentía con hambre, así que me limité a un zumo y un café con leche-


Una vez terminado y sin apenas mediar palabra, comencé a adecentar la casa un poco, ya empezaba a echar en falta a Arthur y me preguntaba dónde estaría, si traería a Garoth con él y si iban a tardar mucho. Miraba a mi alrededor y me parecía estar en una trampa mágica (puedo decir sin exagerar mucho). Me tumbé en el sillón y comencé a pasar canales sin ver la tele, estaba abstraída en mi pensamiento cuando Marie se sentó en la butaca contigua.

-        -¿Puedo hacerte una pregunta? Digo, si tu no lees el pensamiento… - el tono quisquilloso de mi voz irritó levemente a Marie.-
-        -Claro, pregunta lo que quieras.
-        -Has dicho que has ido a la misma escuela que Arthur, ¿tuvisteis mucho trato? ¿Erais amigos o más bien conocidos?
-        -No, esa escuela es bien enorme, no coincidíamos en las asignaturas como puede ser en un instituto normal, ahí es como si separasen a las chicas de los chicos, pero por materias. Arthur era el popular de la escuela, el alumno aventajado, yo simplemente era invisible.
-         -Aham…
-         -Y ahora que sacaste el tema, ¿cómo es que ha vuelto?
-         -¿Volver? Ni siquiera se había ido. Me hizo pensar que ya no pensaba en mí siquiera, cuando en realidad me ha estado protegiendo en cada momento. Hasta hace unos días que me ha llamado, siquiera sabía de él, acepte tomar un café con él en casa y terminé contándole lo de la sombra, me dijo que te llamase y que volvería hoy con su amigo. –me encogí de hombros poniendo fin a la conversación. Ambas volvimos la cara hacia la televisión, absortas en todo y en nada a la vez.-
Me levanté a estudiar las palabras que debíamos decir para terminar con la sombra, no quería error ninguno.



“PARA ACABAR CON UNA PRESENCIA MALIGNA: Para acabar con una presencia maligna recita estas palabras… “



Repasé una y otra vez la nota hasta saberme de memoria el “cántico” Marie y yo repasamos como sería llevar a cabo el ritual, las posiciones de cada uno, e incluso las posibles trampas que la sombra pudiese llevar a cabo y como tendríamos que reaccionar en cada circunstancia. Todos los hilos estaban atados, ahora había que esperar a que llegase Arthur, y saber mínimo si traía noticias o mejor aún, ayuda experimentada.
La tensión se palpaba en el ambiente, cualquiera que pasara tan siquiera por delante de la puerta, notaría como se podría cortar con unas tijeras. Mis nervios se hacían más presentes mientras que Marie parecía estar totalmente tranquila, me pregunto cuál será su historia real…
Viendo mi inquietud, me miró casi extrañada y se decidió a preguntarme.

-        -¿Cómo te sientes?
-        -He estado mejor. –Esa era la verdad, hubo un tiempo no muy lejano en que vivía sin miedos, sin necesidad de tres cerraduras, y no temía por mi integridad, aunque en verdad no supiera como tomarme todo esto con exactitud.- Comencé a sentirme tensa, los músculos del cuello se me agarrotaban.
-         -Creo que van a picar al timbre. –Comenté a Marie.-
-         -¿Tan metida estás con este tema ya que te aventuras a adivinar? – quise aprovechar su incredulidad hacia mí para llevar a cabo una pequeña apuesta, pero antes de conseguir mi propósito, sonó el timbre como había dicho. – Marie me miró un poco confusa.-
-        -Creo que comienzo a aprender cómo va esto. – dije a la vez que me disponía  a abrir la puerta. Empezaba a entender que cuando mis hombros se tensaban, era una manera de decirme Arthur que estaba al llegar, algo así como una señal entre nosotros.-


Abrí la puerta y lo primero que vi en la oscuridad del descansillo fueron dos siluetas faciales poco definidas, sin luz que iluminase más que con suaves titileos, sin revelarlas por completo. Una de las caras parecía rondar unos cincuenta y siete años, tenía el pelo agarrado en lo que parecía ser una melena. Con él estaba Arthur, su energía me lo decía. Una energía diferente a la habitual inundo poco a poco la casa haciendo que Marie me respaldase en la puerta.

-        -Lany, ¿va todo bien?  -miró preocupada. Arthur dio un paso al frente y Marie se colocó delante de mí para protegerme. Era evidente que no reconocía a Arthur y él tampoco hizo Adén de recordarle quien era.
-        -¡Hola Arthur! no os esperábamos hasta dentro de unas horas, adelante. –les invité a pasar. Marie que no esperaba tal aspecto quedó sorprendida sin mediar palabra-
-        -Hola de nuevo Lany, hola también a ti Marie, encantado de volver a verte - ¿eso que empezaba a notar era hostilidad? Aquí hay algo que no sé…-
-        -Perdón que les interrumpa, pero no he hecho este viaje para ver un reencuentro. – se aventuró a decir el mago.-
-        -Chicas, él es mi viejo amigo Garoth, es el mago del que os hablé. – Tras los saludos no tardamos en ponernos al día de lo acontecido.-
-        -Bien comencemos ¿hay novedades que conciernen al tema? –Preguntó el mago.-
-        -Si, las cosas están así: he dispuesto la casa de forma adecuada, los cristales están en su lugar, las pócimas hechas… ah sí, y ha habido una pequeña posesión, además de poderes por parte de Lany… -me miró casi culpándome-
-        -Espera, ¿has dicho posesión? ¿Qué ha sucedido? –Preguntó Arthur.-
-        -Marie, ¿qué posesión? ¿De qué nos estás hablando? –pregunté intrigada, ya que no había ni visto ni notado nada. Marie comenzó a explicar.-
-        -Lany, cuando te desmayaste ¿qué sentiste? –Me preguntó Marie.-
-        -Me sentí un poco extraña, evidentemente sabía que estaba desorientada aún viendo, pero por segundos antes de perder la conciencia me quedé sorda y veía la casa borrosa, pero a la vez sentía como que no era yo quien veía por mis ojos…
-        -Tienes razón –dijo Garoth- ha sido una posesión, cuanto menos tiempo perdamos mejor, vayamos preparando lo que falta.


Repasamos una última vez. Ahora, todos juntos los puestos de cada uno y que tendríamos que decir, yo estaría dentro del círculo de cristales de cuarzo con los brazos levantados durante el ritual, Marie, Garoth uno enfrente del otro encerrándome en un circulo con sus brazos, los tres diríamos las palabras a la vez, mientras que Arthur se limitaría a controlar desde un punto externo que la sombra no atacase y desapareciese como estaba en nuestros planes, sería mi escudero – necesitamos refuerzos por lo que pudiese suceder, además los vampiros no pueden participar en rituales.-

-        -Bien, ¿estáis preparados?
-        -Sí, ¡vamos allá! – Acordamos todos concentrándonos al unísono-



 PARA ACABAR CON UNA PRESENCIA MALIGNA

Maldad que rondas cerca, te ordeno que desaparezcas, que los elementos oigan mi llamada, llevaos a esta criatura de esta casa…
Maldad que rondas cerca, te ordeno que desaparezcas, que los elementos oigan mi llamada, llevaos a esta criatura de esta casa…



A medida que íbamos repitiéndolo, mi estado fluctuaba desde el cansancio hasta la encolerización pasando por la clemencia, pero no podía dejar que aquella cosa pudiese conmigo, tenía gente que me quiere bien y debía lograrlo, por ellos… por mí.
Un viento surgió de la nada sacudiéndonos el pelo, Arthur estaba en guardia preparado, los demás sonábamos al unísono mientras de este viento surgió la sombra. Ahora la podía ver bien, es tal como la recordaba de aquel día en el baño, ¡no habían sido imaginaciones mías! Sentí como mi enfado se concentraba en acabar con ella, mi voz a cada palabra sonaba más decidida y segura de mi misma, sería su fin. Con un rápido movimiento, Arthur y yo le arrojamos un frasco de poción, tras ella, un cuarzo especial el cual le encerraría, esperábamos por siempre. Los resultados no se hicieron esperar, la sombra quedó atrapada cual genio en su lámpara. Todo quedó en calma, parecía que nunca hubiese pasado nada, sólo el pelo revuelto había dejado muestras de una lucha entre dos planos. Comenzamos a mirar unos a otros buscando la aprobación de que todo había terminado. Al ver que el cuarzo especial se iluminaba, caímos en la cuenta de que se había terminado definitivamente.
Garoth se agachó a por la sombra encerrada y guardando la piedra en un saquito que llevaba atado en la cintura.

-        -Ahora me ocuparé yo de ello. -Anunció el anciano-
-        - ¿Qué será de la sombra? –Curioseó Marie-
-        -Lo enterraré en tierra santa, de ahí no podrá escaparse y nadie que haya llegado a saber de su existencia sabrá dónde está.
-         -¿Os apetece un té para relajarnos? – les invité. Marie negó queriendo salir de la casa lo antes posible, la tensión que había en la habitación cuando ella y Arthur coincidían era palpable.-
-         -Está bien, mañana te llamo, ¿de acuerdo? – Marie asintió dándome un abrazo, despidiéndose del mago. Tras ella se iría Garoth, no podíamos correr el riesgo de tener esa piedra en cualquier lugar como si nada.

-         -Un placer haberte vuelto a ver Garoth. Estamos en contacto. –Se despidió Arthur.-
-         -Ah, por cierto, antes de que lo olvide -nos advirtió el mago- estar atentos estos días por si siguiese sucediendo cosas extrañas, y si me necesitáis no dudéis en volver a llamarme. –Asentí agradecida.-


Tras este último aviso, cruzó la puerta perdiéndose en el umbral de la escalera. Ya sólo quedábamos Arthur y yo bajo el mismo techo.

-        - Entonces, ¿te quedas unos días como habíamos hablado? Solo por asegurarnos que ha pasado todo, claro. – Le miré esperando algún gesto que me diera una pista de si se quedaría por cuidarme, o había algún motivo extra.-
-         -Quiero comprobar que no te sucede nada, si no te molesta quisiera quedarme y cuidar de ti. –sentí como se me hizo un nudo en el estómago tras esas palabras, estaba flaqueando. Por un instante, mi cuerpo recordó aquella vieja pero conocida sensación.-
-         -Claro, ya sabes cuál es tu habitación – sonreí cordial- me voy a descansar un rato – Arthur asintió con la cabeza.-
-         -Descansa entonces.


Toda la habitación estaba envuelta en la oscuridad, en la casa se escuchaba el sonido casi mudo de la televisión. Miré el reloj, era casi la hora de la cena. Por mi cabeza pasó el recuerdo de un sueño del pasado. Decidí quitarme esa idea de la cabeza e ir a hacer la cena.
Arthur, que supo que me había despertado desde antes incluso de bostezar en silencio, ya tenía la mesa preparada.

-        - ¿Qué tal has dormido? –Preguntó sin girarse-
-        - Bien, ¿has notado algo? ¿Algún tipo de novedades?
-        - No, por aquí todo bien. Lany, siéntate por favor, necesito hablar contigo. –Me senté junto a él en el sillón de tres plazas.- Verás, he estado pensando este rato sobre cómo decirte esto y, dado que no encuentro otro modo, te lo diré de la mejor forma posible. – evidentemente, mi cara era de confusión total-
-        -Está bien, ¿y qué es?
-        -Verás, es sobre la conversación que comenzamos ayer, cuando te dije que yo te provocaba algunos sueños… quedó tema por hablar, se podría decir que lo más importante.
-        -Pues adelante –le animé. De pronto su semblante se tornó serio, me miró a los ojos y agarrando aire tomó valor…-
-         -Nunca te he olvidado, no se trata de haber estado todo este tiempo protegiéndote por que sí, por alguna leve afinidad o por un pasado en común, se trata de que te amo, se trata de que te quiero en mi vida, se trata de nosotros, de que quiero un futuro inmortal contigo. –sentí como mi cuerpo se petrificaba, al igual que aquel poema de Mel García en el que cuenta la historia de Wendoline, pero esto es real. Tan real que escuchaba mi corazón palpitar con más fuerza a cada segundo y en mi interior despertaba nuevamente aquella luz, una luz de esperanza para una vida real.


Me quedé mirándole a los ojos sin poder mediar palabra, pero no hacía falta, mi mirada hablaba por mí y cada sensación de un tiempo pasado me inundó de nuevo aún con más fuerza y Arthur lo sabía.  
Sentí la atracción desbordándose de nuevo por todo mí ser, mis ojos deseosos de encontrarse de nuevo con su piel parecían suplicar que no esperase más, que me besara. Y así, de un momento a otro, casi sin saber cómo, volvimos a revivir aquél encuentro de mis sueños en el que sus colmillos entraban en mí cuello de nuevo, perdidos en un rato de amor, en el que finalmente me convertí en inmortal, siendo para el resto de los tiempos su compañera en la soledad.
Nunca hubiese imaginado que mi destino sería mi mayor sueño y mi más ansiado anhelo.




Gracias a Locatis González por colaborar con la edición de este relato y su inmenso apoyo para que se hiciese realidad.