martes, 27 de agosto de 2019

El último adiós

¿Cómo atravesar el etéreo velo de la muerte,
si aún tu amor me mantiene en este plano?
Si siento tus abrazos como cada día,
fuertes y protectores,
amándome a cada minuto.
Si mi cuerpo ya intangible
mantiene el calor que me dabas,
(aún con mi frío despertar)
mi recuerdo en tu memoria,
aún me mantiene viva.

Y yo a este lado,
tocándote sin poder tocarte,
atravesando con mi mano tu ser;
quiero llorar, pero ya no puedo,
ya no tengo ese mecanismo.
Deseo besarte,
pero el gesto se torna simbólico al atravesar con mis labios los tuyos,
eso amor mío, un día fue un beso,
un día fue amor.

Y tú te llevas la mano a tus labios por un cosquilleo,
suspiras, y dices "te extraño amor mío"
mientras una lágrima cae pesada por tu rostro
marcando el camino del dolor,
rompiéndote el corazón en dos mil pedazos,
y es cuando una leve luz de esperanza se hace presente,
y me doy cuenta de que me sientes,
de que aún seguimos conectados.


Me arrodillo ante ti,
acariciando tu mejilla con mi mano,
recostándome sobre tus piernas con dolor,
por saber que no me ves,
pero sabiendo que nuestros corazones se mantienen juntos.
Y en un momento, te abrazo,
revivo una tras otra todas las veces que sentí tu calor,
perdiéndome en el todo y en la nada del momento,
casi perdiendo la conciencia de lo que para mí es un momento,
olvidando que para ti son horas.


Y entonces escucho mi nombre de lejos, me llaman,
¿quién fue?
esa voz me resulta ¡tan conocida!
pero no quiero levantarme,
no quiero soltarte una vez más,
quiero quedarme así eternamente. 

Y de nuevo escucho mi nombre,
una y otra vez
y siento tu respiración en mi cuello,
y tu susurrándome que jamás me dejarás,
que siempre estaré en tus pensamientos,
y en un acto valiente levanto mi cabeza
y te descubro mirándome a los ojos,
como si nunca me hubiese ido,
como si aún mi corazón latiera.


Es la señal,
el último adiós.
Puedes verme porque me he materializado
entre tu realidad y la mía,
y sólo puedo decir que
“siempre te amaré”.