domingo, 28 de julio de 2013

Carta al cuervo que me devolvió la vida…



No hay un día cuervo mío en el que no piense en ti… esta ausencia me mantiene en constante pesar, la guerra nos ha separado en cuerpo, pero yo te seguiré llevando en el corazón hasta el final de mis días si éste finalmente llega y me permite quedarme a tu lado para la eternidad…


Las noches se me antojan tristes y en la oscuridad, pienso solamente en volverte a encontrar mientras la certeza de que la soledad eterna me abrazará arremete minuto a minuto en mi cabeza sin dejarme un momento de respiro para poder soñar por un simple segundo con estar entre tus brazos, sentir nuevamente una caricia tuya, una de esas caricias que me hacían suspirar y ver una luz de esperanza en mi interior. Hay noches en las que dormida, te veo en sueños… parece como si con la forma de un ángel me visitases… pero al abrir los ojos no estás ahí… todo se desvanece con el amanecer.


Soy un ángel caído que como castigo eterno tiene que vagar en la soledad de éste mundo de destrucción… terrible precio a pagar por el mal cometido en una vida pasada que no recuerdo, pero escuece como si estuviese grabado a fuego en mi piel hace solamente unos minutos… condenados a estar separados, ése es el castigo.


Ven a buscar el alma que ni quiero ni necesito y así poder reunirnos juntos de nuevo en el despertar de un nuevo amanecer… oh cuervo mío, te amaré hasta en el silencio más frío. 



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