domingo, 20 de diciembre de 2015

El espíritu de la Navidad

- ¡Qué hermosa época la Navidad…la alegría en la gente, la ilusión en la mirada de los niños, las luces de colores, las decoraciones, los árboles vestidos de navidad...! Este año será genial, pasar las fiestas entre amigos será inolvidable. Si es cierto que las fechas son para pasarlas en familia, pero ¿acaso no se puede pasar en familia el resto del año? Es una hipocresía muy grande por parte de la iglesia, menos mal que los demás no son religiosos jajaja.

Las hojas del calendario comenzaron la cuenta regresiva, el último mes del año pasaba aceleradamente. La gente ya organizaba las navidades en familia, pero para Érikah, era algo a medio hacer, ya que se había adelantado un par de semanas al resto del mundo.

Érikah se encaminaba a la librería más grande de su ciudad; una vez llegó, en sus manos cargaba los materiales que necesitaba de los estantes, mientras se imaginaba la reacción de Zac al abrir su regalo. Se habían puesto de acuerdo en regalar algo que les saliese del corazón y que el precio fuera equivalente a los demás regalos. Entonces recordó un comentario de Zac sobre un cuadro de Münich, que había hecho tiempo atrás y que casi podía asegurarle un buen lugar entre los mejores regalos de éste año.

- ‘No por ser Navidad, dejaremos de lado la competencia sana’ se dijo a sí misma de forma pícara.

Tras pasar por caja, en su interior comenzaba a tararear un villancico, no supo decidir si le había surgido de la nada en la cabeza o sonaba como hilo musical en la librería.

Una vez llegó a casa, organizó la zona de trabajo y dejó a mano una tableta de chocolate para comer entre pinceladas. Es algo que le encantaba, es como la copa de vino tinto en manos del buen lector. Desplegó la paleta de colores y con una idea difusa en su cabeza de lo que quería, comenzó a trazar pinceladas, haciendo breves descansos para su onza de chocolate. La tarde se hacía noche, el teléfono la sacó del trance.

- ¡Hola Érikah! ¿ya has visto alguna cabaña genial para nuestras navidades?

- Hola Zac, si mañana que nos veamos todos a la tarde, os enseño el panfleto y os cuento.

- Ok, hasta mañana entonces.

- ¡Chao!


Dejó el móvil a un lado y se detuvo a mirar la hora. Ya había entrado la noche, así que decidió continuar al día siguiente. Se detuvo a observar el lienzo. No estaba demasiado avanzado, tampoco iba mal con el tiempo, aun le quedaba unas semanas para terminarlo, se sentía segura.


La mañana siguiente pasó rápido, fue una de esas mañanas, en las que la sensación de desaprovechar las horas se apodera de uno. Es como si te atasen y te dejasen inmovilizado en una esquina.

Érikah preparaba todo para quedar con los chicos, se acercaba el momento de mostrarles la organización que tenía planeada, ideas y demás. Agarró la carpeta con toda la información, las llaves y salió al punto de reunión. Diez minutos más tarde, todos se dieron encuentro en el bar de la esquina, que cada viernes tarde, les veía tomarse su consumición.

- ¡Hey chicos! ¿cómo os va a todos? – Llegó Dann con su chica Érikah. En la mesa ya se encontraban Shon, Laila y Zac. Ya estaban todos.

- ¿Nerviosos por saber lo que las navidades nos depara? –preguntó Érikah con intención de crear expectación.

- ¡Sí! – respondieron todos al unísono. Shon aplaudía animado. Ella hizo un gesto al camarero pidiendo lo de siempre para los dos.

- Bueno, he traído toda la información, no es mucha pero sí la necesaria. –Érikah comenzó a desparramar por la mesa los diferentes panfletos- Aquí veis la cabaña de la que os hablé. He traído un par de opciones más por si preferís otra. Se muestra las habitaciones, el baño, la zona común, como llegar y los precios.

- ¿Cuáles son las otras opciones? – Preguntó Laila. Érika expuso otras localizaciones, ideas, planteamientos, etc. Una de las cabañas pertenecía a un complejo hotelero en una zona de caza. Otra se trataba de un camping en un pueblo costero. Otra era una casa rústica en un pueblo, pero enseguida fue descartada al momento, por ser un pueblo muy visitado en fechas festivas. Les llevó unas horas decidir, pero finalmente lo tuvieron claro, querían una gran fiesta sin que nadie les molestase, y eso iban a tener.

- Bueno, ya sabemos dónde pasaremos las navidades. ¡Hagamos las maletas! ¡no hay que olvidarse las bebidas! –recordó Shon.

- ¡Ni la comida, tío! –terminó por decir Dann.

- Hoy en cuanto llegue a casa hago la reserva y en un par de semanas, ¡nos vamos! – dijo Érikah cerrando esa parte del asunto.- ¿Vosotros tenéis previsto las compras y quien va a llevar el coche?

- Yo llevaré el mío, Érikah. –Dijo Dann.

Los días seguían pasando, los amigos preparaban sus maletas entre silbidos y tatareos navideños, Shon preparaba las bebidas alcohólicas, todos estaban muy animados. En las tardes, Érikah preparaba a conciencia el regalo del amigo invisible, un cuadro que esperaba no pasase inadvertido. Poco a poco iba tomando forma y cada vez se iba viendo mejor. Ella sonreía conforme. En su maleta, no podía faltar ese suéter navideño de Pantera, su banda favorita y algún cd para las fiestas.

Caja a parte y por si los demás no habían pensado en ello, llevaba un árbol navideño de altura considerable para decorar entre todos, un recuerdo que se le hacía muy tierno aun sabiendo que lo más probable es que estuviesen ebrios cuando lo armasen. No podían faltar las luces, y sus decoraciones, las cuales por cuestiones de espacio, hornearía una vez estuviesen instalados.

El día del viaje había llegado, eran las doce del mediodía. Habían quedado en que Dann pasaría a buscar a cada uno por la comodidad de no cargar con las maletas. Así fue, que comenzó pasando por la casa de su chica Érikah, después pasaron a por Zac, Laila y Shon. El viaje sería medio largo, dos horas para cantar o molestar a quienes durmiesen, daría muchos frutos para bromas.

La cabaña que finalmente habían escogido, se encontraba en lo alto de una montaña, en un pueblo más bien vacío, el cual el ayuntamiento trataba de devolver a la vida con el turismo. La idea era hacer una gran fiesta sin que nadie se acercase a pedir que bajasen ‘esa música infernal’. Al fondo del paisaje, un pequeño bosque, que daba más la impresión de haber sufrido una quema masiva, a estar sano. Pese a todo, la visión al llegar fue mejorada gracias a la nieve que decoraba el paisaje. Ya se podía ‘oler’ la bienvenida que iban a celebrar, los bailes y demás jolgorio. Dann conducía colina arriba por un camino hecho para llegar a esa cabaña, ya sólo faltaban unos pocos metros y habrían llegado.

- Chicos, si estáis dormidos, ir despertando, casi hemos llegado. –Miró a su derecha buscando saber si Érikah estaba despierta.

- Sólo estoy adormecida. –Dijo mirando a Dann mientras sonreía. Miró atrás y vio como Shon y Laila se iban desperezando, Zac en cambio, se había pasado todo el trayecto observando el paisaje desde su ventanilla.

- Y… ¡Llegamos! –anunció finalmente Dann mientras maniobraba para estacionar a un costado de la cabaña. Todos salieron, unos estirándose y otros bostezaban, pero todos respiraron hondo una vez despertaron. El frío que les rodeaba enseguida hizo que sus pulmones se llenasen con aire puro.

- ¡Saquemos las maletas y entremos ya!, no quiero enfermarme nada más llegar. –Shon fue el primero en agarrar su maleta y entrar. Los demás lo siguieron; la última fue Érikah, quien trataba que su regalo pasase inadvertido, sólo Dann sabía de las medidas del misterioso regalo, pues era quien cerró el auto con su llave.

Al entrar, todo se veía mucho más mejorado que en el panfleto; si bien la cabaña se veía un poco pequeña por fuera, adentro era otra historia: La cocina estilo americana y el salón en la misma estancia, las habitaciones se encontraban enfrentadas una a la otra a la izquierda de la cocina, y entre ambas estaba el baño, que si bien era lo más olvidado no dejaba de ser hermoso. Eran estancias grandes y la combinación de cocina y salón la hacía más luminosa y, como no, la presencia de una chimenea real reforzaba el estilo rústico de todo el complejo. En el fondo del salón se distinguía un pequeño espacio que era perfecto para poner el árbol navideño y algo más que aún no sabían a que destinarlo. Una puerta a ese lado llevaba escaleras abajo al sótano.

- No sé vosotros, pero yo voy a elegir cama –la intención de Laila quedó clara desde un principio.

- Sí, yo también voy –Érikah acompañó a Laila mientras observaban todo a su alrededor. Una vez eligieron su cama, dejaron la maleta a sus pies y probaron su comodidad. Enseguida aparecían los demás.

- ¡Ah bueno!, ya tenéis todo en orden por lo que veo, jajaja –rió alegremente Dann.- Me alegro de que hayas elegido una buena, dormiremos acurrucados si hace frío…

- ¡Hey! No me interesan vuestros detalles, con que no hagáis nada mientras esté en la habitación, me basta. ¿Entendido?

- Si señora –respondieron Érikah y Dann a la vez, se miraron y rompieron a reír a carcajadas. En la otra habitación parecía haber una disputa, las voces sonaban enfadadas y llamaron la atención de los tres amigos que salieron rápido a ver que sucedía.

- ¡Qué te quites Shon, déjame tranquilo!

- Pero amor, ¡déjame darte un poquito de cariño!... ¡no te escaparás bribón! –bromeaba Shon que perseguía a Zac para molestarle. - ¡Vete a la mierda Shon!

- Si es que no me amas, yo lo sabía, ¿tienes a otro? –las risas por la evidente molestia que Zac estaba sufriendo eran divertidas para los amigos, quienes no podían parar de reír.

- Hey, ¿brindamos por unas navidades inolvidables? –La pregunta de Laila hizo que se parase toda broma y saliesen a por las cervezas.-…están un poco calientes, dejémoslas en la nieve unos minutos. – así accionaron.

Mientras se enfriaban, los amigos comenzaron a deshacer sus maletas, colocando la ropa dentro de los armarios. Laila, que se dio cuenta del momento, sacó su cámara e inmortalizó el instante; a éste le seguirían muchos más, estaba segura. Veinte minutos más tarde ya habían terminado con ello y se fueron sentando en el sillón que separaba la cocina del salón. Dann llevaba consigo un cd de villancicos de Heavy Metal, había sido precavido. Colocó su radio-cd encima de la chimenea y presionó el play. Enseguida comenzó a sonar un villancico cañero ‘Feliz Navidad’; salió a la puerta a por las cervezas y regresó con una en su mano.

- Caballeros, damas –dijo Dann haciendo reverencia- ahora sí, Laila prepara la cámara, ¡Foto de grupo! –el revuelo que se armó en un instante fue inminente. Las cervezas comenzaron a abrirse. Laila colocó la cámara junto a la radio-cd y todos posaron con sus bebidas en mano y sus mejores sonrisas.

- ¡Otra, otra, otra! –pidió Shon, abrazando a Zac, mientras le amenazaba con chuparle la oreja. Las risas se volvieron cómodas, incluso Zac parecía tolerar las bromas.

- Chicos, hoy es día veintidós, pasado mañana nochebuena, ¡habrá que ir poniendo el árbol!, ¿no? –animó Érikah al grupo, quien parecía hacerle más ilusión que a la mayoría.

- ¿Has traído decoraciones? –Preguntó Zac dando un sorbo a su cerveza.

- Ahora se pone el árbol y las luces, después comienzo a fabricar las decoraciones.

- ¿Así que te las has olvidado? ¡Menuda decoradora! –se mofó Shon.- Le informo señor rompe-huevos, que no las he traído para no ocupar más espacio en el coche del debido, pensaba hacer galletas y colgarlas, en vez de ponerle otras decoraciones. Si tú no quieres, genial, pero deja de molestar.

- ¡Haya paz chicos! –abrazó Dann por la cintura a Érikah y la besó con cariño- ¡es Navidad! Es una buena idea, así ya que tengamos hambre, le vamos sacando galletas al árbol y habrá menos para recoger al irnos.

- ¿Alguien me ayuda? –Preguntó Érikah, dando un sorbo a su bebida.-

- Yo te ayudo cielo, sabes que no tengo problema. –Si algo estaba claro, es que las fechas ponían a la pareja más empalagosa que el propio turrón.

- Obvio que yo también –afirmó Laila.- ¡Y yo! Avisarme cuando estén horneadas y me las iré comiendo. –dijo Shon cómodamente desde el sofá, con la mano en alto llamando la atención. El bufido molesto de Érikah hablaba por ella.

Las siguientes tres horas las pasaron horneando las galletas para el árbol. Les hubiese llevado algo menos de tiempo, si no se hubiesen comido alguna que otra, según iban enfriando. De fondo, los villancicos metaleros alegraban el ambiente de un modo nada convencional. Érikah mezclaba los ingredientes, Dann cortaba la masa con los moldes y Laila les ponía el lazo una vez horneados.

- ¡Foto, foto, foto! –pidió Dann al darse cuenta de que no tenían ninguna de ese momento. Después Laila le sacó otra a Shon que dormitaba mientras Zac amenazaba con hacerle cosquillas con un lazo y sonreía maquiavélicamente a la cámara.

Para cuando habían terminado de hornear, ya se encontraban un poco ebrios, así que decidieron dormir una siesta. Una hora y tras varios ronquidos más tarde, fueron despertando unos antes que otros. Los primeros en hacerlo fueron Zac y Laila, se dirigieron a la nevera a ver que había para comer; Hamburguesas, ingredientes para pizza, mucha más cerveza…

- Creo que nos hemos quedado cortos con la comida. Si paso la Navidad a base de pizzas y hamburguesas, creo que no lo volveré a comer en los próximos meses. – Laila asintió con la cabeza.

- Ahora hagamos hamburguesas, mañana en la mañana deben abrir la tienda de comestibles del pueblo, bajaremos y compraremos otras cosas. – Zac asintió, y se pusieron manos a la obra. El olor de la carne fue levantando de sus camas a quienes aún quedaban acostados. Para sorpresa de todos, Shon puso la mesa. Lo que provocó que Laila le sacase otra foto.

- Guarda bien esa foto, porque no me veréis hacerlo muchas más veces –amenazó divertido.

La cena transcurrió tranquila. Los cinco amigos decidieron hacer un picnic en el suelo en torno a la chimenea. No faltó la foto de turno de mano de Laila. Inspirados por el fuego comenzaron a contar historias convertidas en leyendas sobre un supuesto Yeti en el pueblo, la conclusión a la que llegaron, fue la misma que conocían ‘no había pruebas concluyentes’. Una vez terminaron, pusieron una película que sirvió de cierre a la velada enviándolos de nuevo a la cama para dar paso al día anterior a la Nochebuena.


***

Un amanecer como aquel, invitaba a jugar con la nieve virgen; el cielo rojizo mostraba que en la madrugada había estado nevando, y en cuanto comenzaron a despertar, enseguida se abrigaron y comenzaron una guerra de bolas de nieve que volaban de un lado al otro, con la única meta de estamparse en el contrario. Hubo también intentos de esculturas -que en la imaginación de alguno tendría como final, ser esculturas de asesinos salidos de películas terror-, muñecos e incluso un iglú. La visión era totalmente infantil, los amigos pasaron así hasta entrado el mediodía, cuando se dieron cuenta de que no habían desayunado y ya había hambre.

Después que hubieron comido, decidieron jugar recordando su tierna infancia a adivinar la película, al ahorcado y a varios juegos de mesa que estaban a disposición del visitante de la cabaña; el clásico parchís, la oca, ajedrez –el favorito de Shon-, jenga…todo, acompañado de cervezas y la inseparable cámara de Laila. Una tras otra, los movimientos iban siendo más torpes, el equilibrio entorpecía poder adivinar de qué película se trataba, en el parchís comían una y en vez de contar veinte, contaban diecinueve y saltaban al trece de vuelta. Con el jenga, no sabían las veces que habían reconstruido la torre por haberla destruido con desequilibrios y patadas.

Finalmente, terminaron todos dormidos unos encima de otros, por el efecto de la cerveza. Cuando a Shon le despertó la música que ya se había tornado chirriante, se levantó, la apagó y se volvió al montón que formaban entre todos para seguir durmiendo. Así llegó la noche. Entrada la madrugada, Érikah se despertó y aprovechó para hacer uso completo de la habitación; despertó a Dann y entre cariños y besos logró apartarlo del grupo, llevándose consigo un par de galletas.


***

La mañana del veinticuatro se sintió extraña. Érikah fue la primera en despertar. Fue a prepararse el café y mientras se lo hacía, bebía un vaso zumo de naranja frente a la ventana; el grito de susto despertó a todos los demás, levantándolos de un salto.

- ¿Qué pasa? –la pregunta venía de la habitación; Dann se despertó sobresaltado. Érikah no pudo decir palabra, se limitó a señalar por la ventana el charco de sangre que se perdía a lo lejos en un rastro cada vez más difuminado. Mientras trataba de despertar, los demás se iban acercando…

Ninguno podía creer lo que estaban viendo. Las vacaciones se tornaban de color rojo. Se miraban entre ellos buscando acreditar que estaban todos, pero echaron en falta a Shon; en ese mismo momento se dirigieron a comprobar a dónde les conducía el rastro. Atravesaron la nieve, adentrándose en el monte. Echaron a correr en la dirección marcada temiéndose que le perteneciese a él. Cuando llegaron al final del mismo, comprobaron que terminaba en un hueco enorme de un árbol milenario en el interior del bosque cercano.

- Veré dentro.

- Ten cuidado Dann.

- No pasará nada Érikah, tranquila.- le besó en la frente con ternura. La tensión era más que notoria en el grupo.

Dann se aproximó cuidadosamente apoyando sus manos en el robusto tronco y metiendo con sigilo su cara en el interior del árbol. No se veía nada, no se escuchaba nada tampoco. Miró hacia atrás algo más calmado.

- No hay nada chicos, creo que Shon nos ha hecho una broma.- todos respiraron con profundidad y comenzaron a reír pensando que era lo más seguro.

- No puede ser, ¡debimos imaginárnoslo! Es típico de él.

- ¡Shon sal de ahí!, donde estés, sabemos que eres tú. –Las palabras de Érikah fueron perdiendo volumen a medida que las pronunciaba, perdiéndose en un eco. Zac se acercó a curiosear dentro del tronco, la oscuridad seguía siendo dueña del espacio y tras darle la espalda, sintió como del árbol salía el sonido de tres llamadas ‘toc toc toc’ dejándole paralizado y con sudores fríos recorriendo su columna.

- Chicos, ¿habéis escuchado eso?

- Yo sí. – respondió Érikah restándole importancia- parecía que picaste en la madera para asustarnos, no me vas a engañar.- rió.

- Os juro que yo no he sido. Dann…

- Venga Zac, admítelo, te encantan éstas bromas, ha estado bien, pero ya se acabó.- Zac incrédulo se volteó de nuevo y revisó el interior… todos sus sentidos estaban en alerta, entonces escuchó un susurró aterrador… ‘Perderás la cabeza’ dijo una voz burlona y aterradora a partes iguales. Los ojos de Zac se abrieron al máximo, su cuerpo comenzó a temblar de miedo a la vez que retrocedía en sus pasos, chocando con Érikah y Laila.

- ¡No, eso no va a pasar! –Zac salió corriendo en dirección a la cabaña, en segundos se había alejado de sus amigos.

- ¿¡Pero qué te pasa Zac!? –le preguntó Laila mientras se alejaba. No entendían. Ninguno sabía que le estaba pasando.

Siguieron las huellas que efectivamente llevaban al refugio invernal. Al llegar a la cabaña se encontraron con un Zac hecho bola en su cama, balanceándose de terror, con la mirada perdida y repitiéndose las palabras que aquella voz le dijo ‘Perderás la cabeza’. Atónitos ante tal situación trataron de hablar con Zac para que les explicase.

- ¿De qué estás hablando Zac? – le preguntó Dann sin obtener respuesta, sin que su amigo le mirase siquiera por el rabillo del ojo.- Zac, si esto es una broma ya te estás pasando. –le advirtió calmadamente, pero no parecía escucharle.

- Escúchame Zac –le pidió Laila posicionándose ante él para que no tuviese otra opción que mirarle a los ojos- ¡ayúdanos a entender que ha pasado!, nos estás asustando y no podemos ayudarte…

- Perderás la cabeza… Perderás la cabeza… Perderás la cabeza… -las palabras de Zac sólo cambiaban de ritmo, algo que era de lo más inquietante para sus amigos.-

- ¿Dónde se habrá metido Shon? Si no es una broma de Zac, ha debido de ser él, casi siempre es él.

En una cabaña donde la mayor muestra de tecnología era la nevera, el entretenimiento dependía totalmente de ellos y su imaginación. En el cajón del mueble del salón se podían encontrar varios juegos de mesa de toda la vida, clásicos y para todos los gustos que hacían las horas de aburrimiento, un poco más llevaderas. Pero en este momento, las horas se pasaban de forma pesada entre preguntas sin respuesta. ¿De quién era aquella sangre? ¿Dónde se había metido Shon? ¿La sangre sería de él? ¿Qué le pasó a Zac para estar en estado de shock sin ningún motivo? ¿En verdad había algún motivo para ese comportamiento?

- ¡Hola tíos, ya he vuelto! –Saludó Shon inconsciente de todo, con las bolsas en sus brazos.

- ¿¡Dónde mierda te habías metido!? ¿Has hecho tu eso a Zac? ¡no tiene gracia Shon!

- ¿¡Pero de qué mierda estáis hablando!? Yo acabo de llegar del pueblo, os dejé una nota en la mesa, fui a comprar. ¿Qué le pasa a Zac?

- Eso queremos saber nosotros. Fuimos a reconocer la zona y terminamos entrando en el bosque, nos encontramos con un árbol muy grande con un agujero enorme en el tronco, se asomó adentro y de repente, salió corriendo y lo encontramos en su cama así. No dice nada más que eso, no nos mira, tampoco nos escucha.- Aclaró Érikah nerviosa.

- ¿Deberíamos volver a casa? –Preguntó Laila.

- ¿Quieres llevar así a Zac a casa? A sus padres les dará un ataque, pensarán que consumimos drogas.- Dann lo tenía claro.

- Lo que debemos hacer es ir al bosque y encontrar respuestas.-Setenció Shon. Aunque en su visita no había visto nada raro o terrorífico, ese mismo motivo le llevó a callarse y no contar de su visita al bosque.

- Bien, volveremos ya mismo.- Ordenó Dann.- Shon, tú vienes conmigo, los demás quedaros.

Ese día no comieron, no podían pensar en otra cosa que no fuese intentar comprender lo que había sucedido en el bosque. La noche prometía ser de las más largas en sus vidas. Se encerraron en la cabaña asegurándose de que Zac no pudiese escapar cuando durmiesen, aunque cualquiera que lo viera, estaría seguro de que ni siquiera lo intentaría. La noche se les había echado encima, e inesperadamente el sueño comenzó a vencerles bien entrada la madrugada.


Una leve luz despertó un rato después a Shon, provenía de la esquina opuesta, aquel lado estaba ocupado por el comedor. Se levantó despacio tratando de no despertar a nadie y se acercó aquella esquina. Sentada en el suelo junto a esa luz estaba Érikah, dibujando una especie de forma sombría.

- Érikah, ¿qué haces despierta?... ¡Érikah!- Shon se inclinó poniéndose a su altura para ver que dibujaba- Uao, ¡da miedo! Te superas con tus trabajos. –Érikah seguía sin responder, así que puso su mano en el hombro de ella y meciéndola para llamar su atención, logró ver que estaba en una especie de trance. Shon pasó su mano por delante de sus ojos, pero la única respuesta que logró, fue que dejase de dibujar. En ese momento recordó que era malo despertar a los sonámbulos, no recordaba si Érikah lo era, pero por las dudas volvió a la cama dejándola con su inesperado trabajo.

El sol comenzaba a surgir por encima de las copas de los árboles y el estado de sueño ligero despertó a Dann, a su lado Érikah dormía profundamente, era notorio que a todos les había costado conciliar el sueño. La abrazó besándola suavemente para despertarla, hasta que logró que reaccionase.

- Vamos hermosa, hay que ir levantándose.- de ella salieron balbuceos irreconocibles. Como era costumbre, estaría pidiendo cinco minutos más.

- Shon, eh despierta tío, tenemos que ir al bosque.

- Si, ya me levanto.

- Laila… -la meció susurrando su nombre. Recordó de acampadas anteriores lo mucho que le molestaba que la despertasen con ruidos. Su vista fue a Zac. Estaba dormido y respiraba con tranquilidad.

Una vez levantados los cuatro y mientras desayunaban para tener energía, Dann habló:

- Chicas, he pensado que vosotras os quedéis con Zac. por si despierta que no esté solo y se quede tranquilo, aunque no llegue a hablar, al veros supongo que estará calmado. Shon, terminamos el desayuno y nos vamos al bosque; llevaremos los walkis, os dejaremos a vosotras los otros, todos en la misma emisora para poder hablar. Si Zac despierta, si se pone como ayer o si pasa algo grave avisarnos ¿de acuerdo?

- Sí. -afirmaron las chicas.

Shon y Dann se pusieron en marcha dispuestos a investigar qué había pasado a Zac el día anterior, al abrir la puerta se encontraron el rastro de sangre, así que Dann se puso a buscar.

- Primera pista; en un principio pensamos que ésta sangre era tuya, déjame ver si encuentro algo.- Comenzó a buscar en ese punto entre la nieve, con sus manos fue revolviendo hasta encontrar respuestas. No tardaron en llegar.

- Dann, ¡veo algo! –informó Shon- unos centímetros más y lo tienes.

- Aquí está… no es más que una ardilla. Con las tripas fuera, algún animal ha debido dejarla por aquí o quizá estaba cazándola e hicimos ruidos y lo espantamos…

- Ok, nada importante. Se lo contaré a las chicas para que se queden tranquilas.

Shon volvió a entrar y les contó el hallazgo frente a la cabaña que el día anterior tras su supuesta desaparición, les había dejado dudas. Una vez solucionado, emprendieron el camino al interior del bosque. Todo seguía nevado, los pocos rayos de sol que hubo en las horas del día no llegaron a deshacer nada de la nieve, las huellas del día anterior seguían marcadas, así que no se perderían. Tras un rato que se les hizo largo, llegaron a la zona.

- Ya estamos cerca, recuerdo estos árboles.

- Dann, ¿estás seguro?

- Claro que sí, tengo buen sentido de dirección.

- No siempre, recuerda aquella vez que fuimos a la playa y terminamos en medio de la nada…

- ¡Eh! que aquel día llegamos.

- Pero te perdiste.

- ¡Es ahí! –Dann señaló el viejo árbol, se acercó acelerado y lo rodeó hasta dar con el hueco. Shon y él se miraron- yo miro, pero si me pasa algo, no dejes que me vuelva loco tío, no quiero terminar como Zac- señaló Shon.

Acercó poco a poco su cabeza al interior del árbol, cuando en ese instante escucharon una rama romperse, el sonido provenía de una de las copas de otro árbol cercano, lo que hizo que se detuviesen y Dann se decidiera a buscar algún rastro alrededor de ellos. Con paso cauteloso revisó la nieve en busca de huellas ajenas, otras ramas… cualquier cosa que les dijera que estaban siendo observados y que no había sido el peso de la nieve la que había roto esa frágil rama, pero no había nada. Volvió con Shon y le hizo señal con la cabeza diciéndole que no era nada.

- Nada Shon, la nieve rompió la rama por el peso. No hay ninguna otra huella que las nuestras.

- Bueno, entonces voy a ver adentro… -el asentimiento de cabeza le indicó que estaba preparado para lo que pudiese suceder. Acomodó su mano derecha en el tronco e introdujo su cabeza en la oscuridad y se hizo el silencio… para Dann era inconcedible, el corazón parecía que se le pararía en cualquier momento, cuando un grito de terror salió del interior del tronco. Shon luchaba por sacar su cabeza de ahí, hacía fuerza con ambas manos…



***


En la cabaña todo estaba tranquilo, Zac aún dormía aunque de vez en cuando se sobresaltaba en sueños. Era claro que estaba traumatizado. Laila y Érikah se aseguraban de tener todo en orden y que no le faltase nada a Zac. Se sentaron en el comedor y empezaron a hablar de lo que creían iban a ser unas vacaciones navideñas felices. Perdían la mirada en la decoración del árbol navideño situado a la izquierda de la estancia, lo habían armado al día siguiente de llegar a la cabaña, entre risas y cervezas. De ese día apenas quedaba el recuerdo.

- Parece mentira todo lo que está pasando, iba a ser una Navidad genial y estamos así – Laila señaló con la cabeza al dormido Zac.- esto debe ser una pesadilla.

- No es normal, eso es seguro. Supongo que al final todo quedará en problemas de salud para él, tendremos que bajarlo al pueblo en cuanto vuelvan los chicos. -Érikah se levantó y sacó del árbol dos decoraciones de galleta, una se la tendió a Laila. La otra fue mordida por ella.



***


Dann tiraba de él, hasta que finalmente logró sacarle de ahí… Shon no podía hacer otra cosa que reírse, apenas podía siquiera levantarse de la nieve, ver la cara terror de Dann era un chiste seguro para el resto de la vida…

- ¡¿Pero se puede saber que mierda haces!? ¡esto es muy serio Shon! No es ninguna broma, Zac está en shock por eso mismo y ¿¡tú te permites bromear con esto!?

- Vamos Dann, no es para tanto, ¡sólo es el tronco de un árbol hueco! –tocó igual que hacía con las puertas- ¿qué podría pasar? Lo de Zac es para llevarle a un médico, quizá sea neuronal o simplemente se le cruzó un cable, no es para ponerse así. –La mirada asesina que le dedicó Dann le había helado más profundamente que la nieve que les rodeaban, de pronto había sentido el frío de la soledad, aunque él lo achacaba al clima.

- Te has pasado.- Tras esa afirmación, sacó el walkie para contactar con las chicas. Dann esperaba alguna noticia de mejora de Zac, mientras Shon revisaba de nuevo los alrededores y el árbol.

- Chicas ¿cómo va todo por ahí?. Cambio.

- Hola Dann. Todo bien, Zac aún no despertó, duerme tranquilo, pero al menos no está como ayer. ¿Y vosotros, habéis visto algo? Cambio.

- No, por aquí todo está bien. No hay rastros de nada más que un imbécil –La mirada helada de Dann volvía a cruzarse con la de Shon- buscaremos un poco más y volveremos a la cabaña, os avisaremos cuando volvamos. Cambio y corto.

- De acuerdo chicos. Corto y fuera.


- Shon, yo iré por aquí, tú ve por esa zona y hazte un favor, deja las payasadas. –Asintió con la cabeza, sabía que nada de lo que dijera quitaría el enfado a Dann, así que le dio la espalda y oteó hasta donde alcanzaba su vista.

Era un silencioso bosque nevado, no se escuchaban aves de ningún tipo, sólo les acompañaba la soledad. Comenzó a caminar unos pasos en cualquier dirección, pero no había ningún tipo de huellas, tampoco rastros de animales típicos de los bosques, y eso era raro, muy muy raro. Cambió la dirección de búsqueda notificando su decisión a Dann, pero su walkie no respondía, comprobó la batería, comprobó que estaba encendido, pero seguía sin funcionar, entonces decidió dar una vuelta rápida y esperar a Dann en el árbol.

Dann se encontraba a unos veinte metros del árbol, estudiaba minuciosamente cada paso que daba, pero curiosamente, no veía rastros de nada, al igual que Shon, tampoco había rastros de animales del bosque, cambió la dirección y continuando con la búsqueda habló a Shon por el walkie.


- ¿Cómo vas? Por aquí no se ve ni se escucha nada. Cambio.

- Por aquí igual, y es raro. Debería haber huellas de animales y cáscaras de frutos; pero nada. Cambio.

- Ok, diez minutos más y vuelvo al árbol. Cambio y cierro.

- De acuerdo.


Ya de vuelta, Shon decidió acomodarse en el tronco a esperar que Dann volviese. Por su parte estaba decidido, lo que pasase a Zac tenía que ser médico, si no mejoraba en unas horas tendrían que llevarle al pueblo. No se creía semejante tontería, que se comportase de ese modo por meter la cabeza en un tronco; algo en él hizo que se girase y echase un último vistazo, así lo hizo. Teniendo la cabeza dentro, escuchó una voz que dijo ‘miras demasiado, incrédulo’. Trató de alejarse, pero algo lo impedía. Esta vez era de verdad y estaba sólo. Sentía como si una fuerza le agarrase la cabeza mientras algo parecía lamer sus ojos. El pánico comenzaba a apoderarse de Shon, no sabía qué hacer, trataba de escapar pero estaba ahí atascado, impotente sin poder hacer nada… tampoco le daría tiempo, pues en segundos, esa fuerza le arrancó los ojos y la yugular antes de yacer agónico para finalmente morir en la nieve.

Minutos más tarde Dann estaba de vuelta y a medida que se acercaba, veía que Shon estaba sentado acomodado en el árbol. Agarró su walkie y habló.

- Ya estoy volviendo, te veo, estoy como a doce metros. –Pero Shon no respondía, y a Dann no le importaba, seguramente le tenía preparada otra broma, Shon nunca sabía cuándo parar.- Volvamos a la cabaña, no he encontrado nada –le informó en voz alta, casi provocando eco en sus palabras a tres metros de distancia, pero seguía sin moverse. –Shon ¿me has oíd.. –no terminó la frase cuando alcanzó a verle la cara; estaba confuso, no había nadie ahí, no había animales, no había huellas de nadie que no fuesen ellos… logró rescatar el walkie y salió despavorido de vuelta a la cabaña.



***


Zac despertó sobresaltado volviendo a repetir el episodio del día anterior.

- Perderás la cabeza… Perderás la cabeza… Perderás la cabeza… Perderás la cabeza… Perderás la cabeza… Perderás la cabeza…


Los movimientos eran más bruscos produciéndose rasguños y golpeándose contra la pared; se levantó de la cama y se escondió en una de las esquinas repitiendo ese vaivén autista del día anterior. Érikah y Laila sobresaltadas no sabían cómo tranquilizarlo, así que Érikah se acercó a él lentamente, mientras le hablaba casi entre susurros logrando contenerle mínimamente.


- Zac, está todo bien, estás a salvo. No te haré daño, soy yo, Érikah. ¿Me recuerdas? Ella es Laila, somos amigos de hace mucho tiempo. –un desconfiado Zac levantó la mirada tímidamente para observar la cara de sus amigas, pareció recordarlas. Tras unos minutos que se hicieron eternos, su respiración volvía lentamente a la normalidad- ven conmigo, te enseñaré algo… Hace tiempo que dibujo, siempre te gustaron mis trabajos, te los enseñaré de nuevo si quieres verlos, ¿quieres? –Zac asintió en silencio. Situándole frente a la carpeta de trabajos, dejó que se entretuviera a su ritmo. Entre todos aquellos trazos, pudo encontrar retratos de todos, en grupo frente a una hoguera que él había encendido, ese dibujo le hizo sonreír. Se detuvo estudiando cada línea, recordando aquellos momentos vividos. Pasó a otro, en este aparecían las dos amigas, se trataba de un retrato que hizo a partir de una foto. Había pasado a recordar, cerca estuvo de dejar sonar un suspiro cuando llegó a el último dibujo enloqueciendo de nuevo


- Perderás la cabeza… Perderás la cabeza… Perderás la cabeza… -dijo alejándose lo más posible de ese estudio improvisado, dando vueltas en la cabaña buscando una salida.

- ¿Qué ha pasado Laila? ¿has visto eso?

- Si, pero ¿por qué pasó?... -se levantó del sofá para ver que le había devuelto ese desasosiego, el motivo era inquietante, confundida. Érikah trataba de cortar el paso a Zac, quien intentaba escapar por la puerta. Arremetiendo contra Érikah con empujones y arañazos quería salir a toda costa.

Dann apareció de pronto empujando a su novia con la puerta y dejando a Zac la oportunidad de escapar, oportunidad que no desaprovechó.


- No, no, no… -se lamentaba Érikah mientras salía tras de Zac, y tras estos, Dann aturdido.

- Esto no puede estar pasando –se dijo Dann en voz baja- Zac ¡espera! ¿A dónde vas? –no obtuvo otra respuesta que el sonido del cansancio.- ¡Zac!

- Zac por favor, ¡Para! –gritó Laila, pero tampoco sirvió de nada. Poco a poco y por el cansancio que la nieve aportaba, se fueron quedando atrás, dando ventaja a un irreconocible Zac, hasta que no pudieron más y cayeron sobre la nieve.

Mientras trataban de recuperar el aliento, Dann logró decir las palabras más dolorosas que nunca hubiese imaginado decir.


- Shon está muerto. –sus palabras fluían tan oportunas como la circunstancias le permitían. –Dejaron que Zac se fuese.- Encontraremos a Zac.

- ¿¡Como que Shon está muerto!? ¿Dónde está? –Quiso saber Laila.

- ¿Cómo pasó? –preguntó ojiplática Érikah.

- No, no lo sé en realidad. Cuando llegamos al bosque, busqué el árbol y Shon me seguía, al llegar buscamos cualquier huella que explicase lo que pasó a Zac, pero no había absolutamente nada, estábamos solos literalmente, de hecho no había siquiera huellas de animales a veinte metros a la redonda de aquel árbol. Nos separamos para ampliar el terreno de búsqueda, no sé en qué momento sucedió por que llegamos a informarnos por el walkie, pero cuando volví al árbol, Shon estaba sentado delante de él, algo o alguien le había… sacado los ojos –la consternación comenzaba a adueñarse de sus lágrimas y su voz- y parecía que ese algo, le arrancó parte de la garganta de un mordisco.- Ya estaba dicho. El silencio inundó por unos segundos el blanco paisaje y un grito aterrador y lejano les volvió a poner en marcha.

- ¡Oh no, noo, noooo! –se temieron lo peor. Corrieron cuanto sus piernas daban en dirección del grito. Barrieron unos metros montaña arriba siguiendo lo que les parecieron las huellas de Zac, hasta que lo encontraron. Los gritos inundaron el cielo, la escena era realmente desoladora… su cuerpo era un puzzle humano, sus tripas estaban fuera de su lugar y se veía claramente que le habían arrancado la cabeza, fue cuando se dieron cuenta… ‘perderás la cabeza’.

- Pero… ¿co-cómo? – acertó a preguntar Dann ya sobrepasado por los sucesos del día, mientras abrazaba fuertemente a su novia Érikah. Laila, en estado de shock, no podía retirar la mirada de la escena, la cual quedaría grabada para siempre en su cabeza. La gran pregunta se hacía presente.

- ¿Y su cabeza? –preguntó Laila buscando respuestas en los ojos de sus dos amigos. Trataron de buscar, pero no fue por mucho tiempo, pues las náuseas les obligó a irse de ahí.- volvamos a la cabaña, debemos pensar que hacer.


El camino de vuelta era devastador, el silencio les acompañó el resto del camino. Entre el estado de shock y alguna lágrima, buscaban respuestas, un por qué. Casi cuarenta minutos más tarde llegaron a la cabaña. Se sentaron en el sofá en silencio, mirando al vacío.

- ¿Qué es lo que ha pasado? No lo entiendo. –Tras unos segundos, la voz de Dann resurgió de su interior como un fino y casi inaudible hilo.

- Dann, estamos solos. Vinimos cinco y nos iremos tres. –habló Érikah abrazando a su chico como la niña asustada que un día fue. Eso si lo que quiera que les haya echo eso a Shon y Zac no nos mata a nosotros también…

- Pero, ¿qué pasó para que Zac saliese corriendo de la cabaña? Dijisteis por el walkie que estaba durmiendo…

- Y lo estaba. Se despertó como una hora más tarde, Érikah y yo estábamos hablando en el sofá, él se despertó loco, y Érikah logró calmarlo. Le mostró la carpeta de sus trabajos y fue tras varios cuando… -Laila se levantó rápidamente en silencio, y ahí seguía, el dibujo que había aterrado a Zac. Lo agarró mientras lo observaba tratando de recordar si ya lo había visto, pero para ser sinceros, no lo reconocía.

- ¿Qué sucede Laila?

- Zac estaba tranquilo hasta que vio este dibujo en la carpeta…-dijo mostrándolo desde el improvisado estudio- Érikah, ¿recuerdas haberlo hecho? - Érikah se acercó hasta Laila y observando aquel dibujo, tratando de hacer memoria negó.

- No he visto éste dibujo nunca, de hecho podría decir que ni siquiera es mío. –Sorprendida observaba ese boceto, parecía una figura gris inquietante e irreconocible - que extraño es todo esto…


Después de un largo rato, cayeron en cuenta de que no podían dejar a sus amigos tirados de ese modo, alguien debía bajar al pueblo y hablar con el comisario, debían hacer las cosas bien, y debían hacerlo ya, después de todo, a ojos ajenos serían sospechosos y era mejor dar la cara.

Dann trató de tomar aire y decir a las chicas su acceder, pero parecía faltarle oxígeno; respiró profundamente poniendo más en alerta si cabe a las chicas. Logró controlar su respiración lo justo para no desmayarse.


- Tenemos que hablar con el comisario, informar de lo sucedido y quitarles la opción de que nos vean como los asesinos. Además, es lo mínimo que podemos hacer por ellos y su familia.

- Sí. – las chicas daban su aprobación, mientras Laila secaba sus lágrimas con la manga del Jersey.

- Voy a arrancar el coche, id preparándoos.


El sonido del motor mostraba que aunque con dificultades por el frío, seguía funcionando, Dann lo dejó en marcha para que calentase. Miró sus asustados y enrojecidos ojos por el espejo, se secó un par de lágrimas que seguían saliendo, cuando volvió a mirarse, a través de la luna trasera vio algo que le recordó que aún seguía vivo, tenía forma humana y estaba vestido de Papá Noel, pero más que humano parecía un monstruo, segundos después había desaparecido. – Debe de ser el estrés- y sin darle la menor importancia, esperó a que las chicas subieran al coche. No tardaron más de un par de minutos que se pusieron en camino. Debían ir despacio, pues las nevadas nocturnas habían cubierto una altura a tener en considerable. Minutos más tarde llegaron al pueblo ***** , encontrar la comisaría no sería nada difícil, era un pueblecito pequeño, que se conocía en tres minutos sobre ruedas, ocho si caminabas tranquilamente.

Su coche, un Fiat último modelo, llamaba la atención de los pueblerinos, ya que a pesar de que en él vivían jóvenes y tenían vehículo, ninguno era tan nuevo.

Una vez llegaron, Dann estacionó frente a la comisaría. Una bandera ondeaba por la helada brisa que corría. Se adentraron y preguntaron por el comisario. Les atendió un policía que rozaba la vejez, no muy alto y un poco regordete, pero que su cara reconfortaba por su calidez.


- Esperen aquí jóvenes, ya vuelvo. –los tres amigos estaban aterrados, sus caras hablaban por si solas, la amabilidad del policía les reconfortaba, y para sus adentros, esperaban que el comisario fuese igual de amable, en esos momentos les ayudaría.

- El señor comisario os atenderá en unos segundos. –les informó el anciano. Laila y Érikah asintieron con amargos intentos de sonrisas como agradecimiento, Dann logró agradecerle.


El comisario salió en busca de los amigos y los hizo pasar a su oficina y acomodarse; era un tipo rudo y de trato frío, nada que ver con lo que esperaban. Los nervios les cohibían, hasta el punto en el que Laila comenzó a mirar al suelo.

- ¿Sois los que os alojáis en la cabaña de la montaña por las navidades? –el comisario trató de romper el hielo, a su modo.

- Si. –asintió Dann. Hemos venido a informar de algo que ha sucedido hace unas horas.

- Bueno, pues comienza. –la rudeza del comisario les tensaban, pero trataron de no temblar.

Dann comenzó hablando, empezó a contarle lo sucedido desde su llegada un par de días atrás. El comisario tomaba todo tipo de notas, de vez en cuando las chicas se turnaban para decir algún dato que a los demás se les escapaba. Fueron varias horas las que estuvieron en esa oficina. El comisario no gesticulaba lo más mínimo cuando comenzaron a relatarle las muertes de Shon y de Zac, lo que les tensó más aún.

Después de un largo interrogatorio, el comisario les despidió, no sin antes asegurarles de que investigarían y les informarían a su debido tiempo y que irían a visitarles cuando tuviesen respuestas. Les informó que mientras durase la investigación, no deberían abandonar la cabaña o serían arrestados. Ya algo más tranquilos, salieron de la oficina sintiéndose observados por los policías que allí se encontraban, era inquietante. El comisario salió tras de ellos y ordenó que fuese otra patrulla con él.


- ¿Queréis que os acerque? -preguntó el comisario a los tres amigos.

- Gracias pero no es necesario, he traído mi auto. –dijo Dann convencido de que ya lo sabía. El comisario asintió.


Fue así como se encaminaron de vuelta montaña arriba. Los amigos a la cabaña rentada y las patrullas en busca de los cadáveres. Los tres amigos aparcaron el coche en el lugar en el que estaba y antes de entrar, en silencio vieron alejarse a los coches patrulla.

Dann sacó de la nevera unas cervezas y las repartió, sabía que en ese momento era lo único que podría calmarles un poco, se sentó en el sillón con Érikah. La chimenea crepitaba metiendo en trance a los amigos.



- Si no hubiese pasado nada de esto ahora estaríamos preparando los regalos, –Dijo Érikah.

- Y seguramente hablando de la cena. –terminó de decir Laila, mirando fijamente las llamas que danzaban a un son no audible para ellos.

- Shon estaría molestando a Zac, seguramente intentando besarle o algo parecido… -las risas amargas llenaron por unos segundos el salón, por breves instantes la tristeza se había disipado.


Érikah se levantó a por una de las galletas que colgaba del árbol, se quedó recordando las bromas de Shon mientras sostenía una entre la rama y su mano, hasta que finalmente despertó y se la llevó al sillón. Le dio un mordisco instintivo, pero cuando la saboreó, recordó que sus nervios casi no le permitían ingerir comida, igualmente se la iba comiendo a pequeños mordiscos en memoria de los chicos. La situación no era diferente para Dann y Laila, desde sus posiciones, se mantenían en un estado de shock, demasiado que asimilar en tan poco tiempo.

- Se me ha ocurrido algo, ¿Qué os parece si en honor a los chicos adelantamos la entrega de regalos? Sé que iba a hacerse para la noche de reyes, pero dadas las circunstancias…creo que sería un lindo gesto. – Los chicos parecían sopesar la idea, si bien era buena, no se sentían con ánimo para recibir regalos, mucho menos para recibir los suyos de parte de los fallecidos.

- En verdad me parece una gran idea Érikah, pero no sé si yo pueda hacerlo, me dolerá el alma si me toca un regalo de alguno de ellos. - Confesó Laila con temor de que sus palabras se hiciesen realidad.

- Si vosotras lo queréis, estoy de acuerdo –afirmó un dolorido Dann- pero sólo si lo queréis vosotras, admito que es algo que no podré hacer sólo.

- Laila, de ti depende llevarlo a cabo. –Érikah sabía que a pesar del dolor, esa despedida les ayudaría, después de todo sería el último obsequio que les han hecho, en unas navidades juntos. Las últimas navidades juntos.

- La verdad que no lo sé chicos, necesito pensarlo. –El tema se cerró temporalmente con esa frase mientras Laila se giraba de nuevo hacia la chimenea. Todo volvió a quedar en silencio.


Érikah pensaba en el cuadro que había pintado para Zac, ‘El grito’ de Münich pero en su versión grupal. Cada figura representaba a cada uno de ellos. Sopesaba si sería incorrecto colgarlo, en cierto modo también era para Laila y su novio Dann. Decidió dejarlo escondido hasta que Laila se decidiera.

- Me voy a acostar chicos, necesito estar sola. – Dann y Laila asintieron con la cabeza gacha.

Laila se sentó en el vacío del sofá que dejó Érikah y desviando por un momento los malos recuerdos, la vieron alejarse hacia la habitación. Dann se dirigió al árbol y agarró varias galletas, ni tenía mucha hambre, ni tenía ganas de cocinar, se sentó y ofreció una. Laila aceptó por instinto, pero antes de lograr probarla, jugueteó con ella un rato.


***

Èrikah más que dormida le daba vueltas a la cabeza. Asimilar todo aquello era más que difícil para todos, pero ella ya estaba sintiendo que todo iba a cambiar entre los tres que quedaban. Seguía pensando en la reacción que hubiese tenido Zac con su regalo, estaba segura de que le hubiese encantado. Pensaba en quién le tocaría recibir a ella, quizá ¿Shon? ¿El propio Zac?, no sabía. Soñaba despierta con como hubiese sido la Navidad de haber estado todo bien. El veinticinco se les echaba encima y lejos de ser un día de risas inolvidable, sería un día inolvidable de lágrimas, encerrados en un pueblo sin tecnología y sin poder adentrarse en el bosque por seguridad.

Ambos habían caído entre aquel basto terreno de árboles cubiertos por nieve pura, una imagen que a ojos de cualquier desconocedor, hubiese resultado un paisaje hermoso y pacífico.


***

La noche calló, Dann decidió acompañar a Érikah e intentar dormir un rato, así que se levantó despacio tratando de no despertar a Laila y la tapó con la manta que descansaba en el respaldo del sofá.

Entró en la habitación y tanteando si estaba despierta, se acurrucó junto a ella despacio para no molestarla. Érikah se hacía la dormida, prefería estar en su mundo, aunque la compañía de Dann era de lo más reconfortante, así que se giró, lo abrazó y siguió haciendo que dormía. Dann en su desconocimiento, se la quedó mirando estudiando las líneas de su cara, y en sus pensamientos comenzaban a formarse dolorosas imágenes de lo que sería su vida sin ella, como sería el tiempo próximo si a Érikah le sucediese algo… su corazón se estremeció de dolor y una lágrima se escapó de sus ojos, entre susurros una frase ‘si te pasa algo me muero’ y con ese dolor pintado, la beso dulcemente y se acomodó para dormir.

La mañana de Navidad surgió triste, el cielo gris y nublado advertía de una gran nevada para ese día. Hubiera sido bienvenida en otras circunstancias, no así en estos momentos. Laila se encontraba en la cocina, tomando su café a sorbos, abrazando su taza y pensando en si sería bueno repartir los regalos como se comentó el día anterior, ella sabía en el fondo que los chicos hubiesen querido que al menos, eso se llevara a cabo. Ya estaba decidido.

Quiso darles la sorpresa a los chicos, así que se adelantó y buscó los regalos que habían preparado Shon y Zac, entró en su habitación y buscó entre sus cosas en el armario mientras se esforzaba en controlar el dolor. Hubiera sido más sencillo si no lo hubiesen escondido tanto, seguramente sabían que jugarían a encontrarlos y no querían arriesgarse. Al rato, encontró el de Shon entre su ropa interior – no podía ser de otro modo –se dijo Laila. Minutos después, el de Zac en su mesilla de noche. Los agarró con cariño y un par de lágrimas en los ojos y abandonó la estancia. Ante ella en la otra habitación, Érikah y Dann dormían todo lo profundamente que habían logrado en las últimas horas, no hubiese sido así, de no ser porque el cansancio les ganó. Se dirigió a su habitación y tratando de no despertar a la pareja, sacó su regalo del amigo invisible; después de tenerlo y en silencio, fue directamente al árbol y con suavidad y conteniendo los sollozos, los dejó al pie del decorativo árbol y salió corriendo a fuera de la cabaña para poder llorar sin que Dann y Érikah la escucharan.

Se dejó caer de rodillas y enterrando por momentos la cara en la nieve, descargó todo el dolor que luchaba por salir y había estado conteniendo. Los puñetazos dejaban pequeños túneles en la misma. Un impulso repentino la hizo salir corriendo a cualquier lado sin dirección alguna, necesitaba sacar toda esa rabia que parecía no terminar...cuando quiso darse cuenta, con los ojos inundados de lágrimas se vio en la carretera de asfalto, y corrió más rápido, a todo lo que daban sus pies, hasta que tropezó y sintió caer lentamente golpeándose en la cabeza y perdiendo el conocimiento.



***


Eran las nueve y media de la mañana. Una figura humana vestida de Papá Noél y cabello descuidado irrumpió en el interior de la cabaña, se asomó a la habitación y asegurándose de que la pareja dormía, de su bolsillo sacó un saquito con un extraño polvo brillante; echó una pizca en la cara de ambos, Dann tosió un poco y se acomodó de nuevo. Después se dirigió al árbol decorado y cambió los regalos que Laila había dejado por otros de papel negro muy brillante y grandes lazos rojos. Una vez hecho el trabajo, el Papá Noél se relajó y se dirigió a revolver en la nevera a ver que podía comer. Inmediatamente le llamó la atención las hamburguesas y las preparó. No necesitaba mucho, con un poco de pan era suficiente.


El sonido de alguien que se levantaba de la cama no sorprendió a Papá Noél, él seguía a lo suyo.


- ¿No crees que ya has comido suficiente carne cruda en estos días que tienes que vaciarme también la nevera? –se quejó Érikah con el ceño fruncido.

- Esto no es más que un aperitivo –respondió Papá Noél con una voz ronca a la vez que pasaba lascivamente su lengua por sus filosos dientes.

- Date prisa en comer y vete ya, vas a dejar la cabaña apestando a podrido. Y no olvides que nuestro acuerdo está por finalizar y aún no me has dado mi poder –le recordó Érikah.

- Eso no es cierto, te lo di el día que viniste a verme, pero claro, no eres consciente –respondió con sorna. – Tienes visiones, las plasmas mediante eso que tú llamas arte, pero hasta que he tenido que decírtelo yo no has sido consciente de ello… ¿De qué sirve pedir deseos al espíritu de la Navidad, si no te das cuenta cuando los tienes? –se mofó de ella.

- ¡Lárgate ya! –ordenó Érika sin poder contener los gritos.

- Tranquila…o lo despertarás. Volveré en otro momento para terminar lo que he empezado. –Se levantó de un salto y chupándose los dedos, desapareció en un segundo.


La visita inesperada tensó los músculos de Érikah, que en ese momento comprobó que Dann no se había despertado. Los planes no estaban saliendo exactamente como ella esperaba, el espíritu de la Navidad estaba jugando con ella y eso la ponía nerviosa. Se sirvió su café y acompañándolo de algunas de las galletas que colgaban del árbol, se sentó a desayunar con este frente a ella; al rato, fue entonces cuando se dio cuenta de que bajo el árbol había regalos, por el envoltorio sabía su procedencia y sabía que no le quedaba mucho tiempo para cumplir su parte del trato.


- ¿Cómo te sientes preciosa? –Le preguntó Dann, que aún dormido le besaba la frente.

- Un poco más tranquila la verdad, me he despertado con algo de hambre. Y tú, ¿cómo estás amor?

- Me alegro… Dann gesticuló con sus hombros – No lo sé, supongo que me estoy haciendo a la idea, no es nada fácil pero hay que aceptarlo supongo. –una amarga sonrisa apareció en su cara.


El desayuno transcurría relativamente calmado, incluso alguna pequeña broma había entre la pareja, cuando el sonido de un coche llamó su atención, pero sin llegar a levantarse. De pronto llamaron a la puerta, Érikah se levantó a atender.


- Hola chicos, he de daros otra triste noticia. ¿Puedo pasar? – cuestionó el oficial.

- Si disculpe, adelante. –Érikah lo invitó a pasar.

- ¿Qué tiene que decirnos? –Dann ya no podía contener su molestia por su visita, pues dadas las circunstancias sabía que no traía nada bueno.

- Hemos encontrado a su amiga Laila muerta; estaba tirada a un lado de la carretera de camino al pueblo. Un vecino nos llamó. Cuando la encontramos, vimos que la habían cercenado… Le faltan las vísceras. – informó el oficial. En el rostro de los jóvenes se reflejaba la desesperación– ¿Cuándo la vieron por última vez?

- Anoche, estuvimos hablando un rato y después me fui a dormir – respondió Érikah apenas sin aliento.

- Dann continuó –después nosotros dos nos quedamos hablando y no sé en qué momento nos dormimos en el sofá, yo me desperté entrada la madrugada y me fui a la cama, ella siguió durmiendo. Esta mañana despertamos hace unos minutos, estábamos desayunando y llegó usted.

- ¿Así que no se dieron cuenta de su desaparición?

- Creímos que seguía durmiendo, el cansancio nos pudo a todos. –Afirmó Érikah. Esa respuesta no fue la que esperaba el oficial o quizá la más acertada para su gusto.

- De acuerdo. –dijo suspicaz- Su cuerpo será ubicado temporalmente junto al de sus otros amigos, cuando el caso se haya cerrado, se trasladarán a la morgue del hospital que les corresponde en su ciudad, hasta entonces se mantendrán en la morgue del hospital del pueblo vecino, al cual es necesario que acudan a reconocer el cadáver; puedo llevarlos en la patrulla o pueden ir en su coche si lo prefieren.

- Iremos con mi coche, si no tiene objeción –dijo Dann.

- Vamos a prepararnos Dann. –este asintió. –no tardaremos oficial.

- Aquí les espero. –El oficial ojeaba todo a su alrededor, fijando su vista bajo el árbol, detalle que le llamó la atención.


Pocos minutos son los que tardaron en estar listos, Érikah le daba un último sorbo a su café mientras Dann agarraba las llaves de su coche. El oficial abrió la puerta invitando a salir a los jóvenes primero. Entró en la patrulla y esperó a que arrancase el coche de Dann. Una vez lo consiguió, el oficial les marcaba el camino yendo delante y asegurándose por momentos mediante el espejo retrovisor, que estaban detrás de él.

La tensión del momento hizo que el trayecto se hiciese largo, Dann sólo quería acabar con todo eso y volver a casa lo antes posible. Érikah pese a todo, tenía bien asimilado que tardarían un poco en volver, no tenía sentido resistirse. La patrulla se dirigió a la parte trasera del hospital y estacionó su vehículo junto a una puerta de aspecto pesado. Dann estacionó a su lado.


- Bien, es por aquí, síganme. – el oficial cruzó la puerta, bajó un par de pisos, giró en varias ocasiones, asegurándose de que la pareja seguía detrás, hasta que finalmente llegaron a un pasillo mal iluminado con luces titilantes. A lo alto de una de las puertas del final del pasillo, había un cartel que anunciaba dónde se encontraban. ‘Morgue’. –Hemos llegado.


Dann y Érikah se miraron con una mezcla de sensaciones entre las que el miedo estaba muy presente, si bien habían ido a reconocer a Laila, sabían que Shon y Zac se encontraban en aquellas neveras. O lo que quedaba de ellos. Tras las puertas de la habitación, se encontraba el Doctor en su ordenador completando el informe.


- Hola Doc. ¿Cómo le va?

- Hola oficial McDawin, pues aquí estoy terminando este informe. –concretó el forense.

- He traído a los chicos para el reconocimiento del cadáver de la joven. –el forense les miró y con un gesto de pésame, les indicó que se acercaran.

- Sólo os enseñaré la cara, ¿está bien? –la pareja asintió mientras se agarraban de la mano. - el doctor se acercó a la cámara refrigeradora -el mal olor hizo que Dann y Érikah se tapasen inmediatamente la boca para tratar de evitar el vómito.- Retiró la sábana hasta su cuello e hizo que se acercasen. Cuando Érikah la vio, el llanto se hizo inminente girándose tan rápido, que casi tira a Dann al suelo. El oficial y el doctor ya tenían su respuesta.

- ¿Ya podemos irnos? –preguntó Dann.

- ¿Sabéis salir de aquí? – McDawin respondió con otra pregunta.

- Sí.

- Esperarme fuera, enseguida salgo. –Dann asintió con la cabeza mientras apretaban el paso queriendo salir de ahí lo antes posible.


- ¿Otra vez oficial McDawin? ¿De nuevo esa cosa?

- Eso me temo Doc, estamos en fechas, es el precio de tener una ‘Feliz Navidad’ –la conversación entre líneas podía ser de lo más extraña para cualquiera que no viviese en aquella zona, sin embargo el oficial y el doctor sabían bien de lo que hablaban.

- ¿Ellos saben algo? ¿Crees que han tenido algo…? –curioseó el doctor.

- No doc, no lo creo. No tienen el perfil de ningún asesino, ni de alguien sin escrúpulos…de ningún tipo.

- Espero que tengan suerte, sería bueno que hubiese una excepción para variar.

- Eso sería genial Doc. Nos vemos. –el oficial se giró mientras se despedía.


Una vez salió del edificio, se encontró con Érikah que había vomitado, y Dann que todo parecía estar cerca de ello. McDawin nunca se cansaba de ver esos resultados en ese tipo de visitas. Para él, era algo divertido.


- Dann, ¿Te sientes bien para conducir?

- Si oficial, sólo necesito que me dé un poco el aire.

- Bueno, entonces volvamos, iré despacio.


De vuelta al pueblo el silencio en el coche era roto por el sonido del viento entrando por la ventanilla del conductor; al menos eso aliviaba a Dann el malestar estomacal. Al llegar al pueblo, el oficial redujo la velocidad haciendo señas para que Dann se pusiera a su altura.


- A partir de aquí ya conoces el camino. Cuidaros chicos.

- Gracias oficial.


No tardaron mucho en llegar a la cabaña, Érikah bajó del auto con el ánimo derrotado, casi arrastrando los pies entre la nieve y con una tonelada de peso extra en su espalda, que demandaba volver a descansar. Dann por su parte, estaba furioso. No concebía lo que estaba pasando, no lograba entender nada, ni el por qué les estaba pasando eso, ni por qué a ellos, ni encontraban respuestas válidas; sólo les quedaba esperar a que la policía arreste al asesino, solucionen el caso, y poder volver a casa, en ese momento era lo único que quería.

Ambos se sentaron en el sillón, uno frente al otro, pero con las miradas perdidas. Érikah recordaba la inesperada visita de la mañana, como el espíritu de la Navidad estaba jugando con ella, tergiversando el deseo que le había pedido a su voluntad y sin importarle lo más mínimo saltarse la ‘norma’ impuestas por ella. La muerte de Laila no entraba en los planes, aquello no debía haber pasado, pero pasó y ahora debía pensar que su propia vida estaba en riesgo, debía pensar en cómo escapar de sus putrefactas manos…


- ¡Maldita sea! –gritó impulsivamente, culpándose a sí misma sin percatarse de Dann.

- No es tu culpa Érikah, no te tortures. –ella cayó en cuenta de lo que Dann pensaba y le siguió la corriente.

- Si esta mañana la hubiese buscado al levantarme quizá se hubiese podido evitar, ¡estaría viva Dann! –este se le acercó para contenerla, ambos se abrazaron y entre lágrimas Érikah se arrepentía de haber propuesto esas Navidades.

- Ya está amor, no podemos hacer nada.

- Tenemos que cuidarnos mucho, ¿Quién sabe si la siguiente soy yo? O… ¿Tú? –y rompió en lágrimas, por ella, por el terror que le daba pensarse como sus amigos, por el miedo a terminar sin ningún logro en su vida, tirada en algún lugar olvidado… Contra peor veía a su chica, más coraje le entraba.

- ¡Entonces tenemos que hacer algo! Voy a buscar algo que nos sirva para defendernos, haremos guardia para que el otro pueda dormir, hemos de prestar atención a cualquier detalle; ¡escúchame Érikah, no dejaré que te pase nada! –Su voz decidida contrastaba de manera exagerada con la falta de escrúpulos de ella. La besó dulcemente en la frente, y se puso a recorrer la cabaña en busca de herramientas que pudiera convertir en improvisadas armas.


Dann era conocedor de que todas las cabañas han de tener un cobertizo o en su defecto, una puerta escondida bajo sus pies, donde guardar las herramientas de jardinería; aquello no podía mantenerse sólo. No recordaba haber visto cobertizo alguno, igualmente se aseguró mirando por las ventanas, pero no existía ninguna, entonces, recordó la puerta que bajaba al sótano. Érikah le seguía con su mirada aterrada.


- Voy a bajar al sótano un momento, no tar..

- ¡Nooo! –Gritó tan fuerte que Dann se dio la vuelta para abrazarla.

- Tranquila, estaré bien. ¿Quieres bajar conmigo? – Érikah se negaba mientras lloraba sin parar y tiraba de Dann hacia el lado opuesto al sótano.

- No, no bajes por favor, no me dejes sola…no lo hagas –sollozaba con desesperación.

- Es necesario amor, tenemos que armarnos, así al menos quizá tengamos una oportunidad. –Dann la hizo recapacitar por unos segundos logrando que recuperase la tranquilidad levemente.

- Está bien, pero antes espera que agarro un cuchillo, no quiero quedarme sola sin arma.

- ¿Más tranquila? -un gesto casi de asentimiento, pero desconforme salió de ella.

- Algo.

- Ya vuelvo, buscaré algo rápido y subo. – Érikah se quedó medio escondida a un lado de esa puerta empuñando un cuchillo carnicero, atenta a cualquier ruido proveniente del sótano.


Dann bajaba despacio palpando en la oscuridad las escaleras a cada paso que daba. Cuando ya estaba por llegar abajo, la luz se prendió sin aviso, haciendo que se exaltara; Érikah desde arriba había encontrado la llave de la luz. No se trataba de un sótano muy amplio, de hecho era bastante pequeño.


- Creo que te ayudará que la luz esté encendida.

- Gracias Érikah, debería ser más rápido, sí. –acertó a decir llevándose la mano al corazón para relajar la respiración. Frente a él, unas cuantas cajas de cartón esquinadas, reparó en los elementos de jardinería junto a la estantería, pero no vio nada útil. Continuó la visita con una cortadora de césped que parecía comprada únicamente para los alrededores de la casa en la primavera. No había mucho más.- No encontré nada –su mirada registraba de nuevo el lugar, y cuando se dio la vuelta para subir, un ruido de algo caído le hizo volver a girarse.

- ¿Qué fue eso? - Érikah aún nerviosa quería saber todo lo que pasaba ahí abajo.

- Se ha caído algo, déjame ver. –un pico y una pala se veían tirados en el rincón que quedaba entre la estantería y la pared. Se acercó a recogerlo con prisas y subió las escaleras en segundos cerrando de un portazo tras de sí.

- ¿Qué es eso?

- He encontrado éstas dos herramientas, para ti será la pala, más ligera y manejable, yo tendré el pico. ¿Más tranquila?

- Sí, algo mejor. Pero alejémonos, no me gusta esa puerta. –Tras regresar de la morgue, Érica percibía nuevas sensaciones, quizá fuese que la traición del espíritu le despertó los sentidos o que el miedo la estaba llevando a la locura.


La tarde transcurría con tensión, las herramientas descansaban junto a ellos a la espera de un supuesto uso. El silencio llenaba el ambiente, hasta que Érikah vio los regalos de abajo del árbol.


- ¿Has visto eso? –la pregunta puso en alerta a Dann.

- ¿A qué te refieres?

- Bajo el árbol hay regalos, ¿Los habrá preparado Laila antes de…? ¿Al final habría cambiado de idea? –las preguntas hicieron que se replantearan esa posibilidad.

- Es posible, lo estaba decidiendo. ¿Quieres que los abramos? – Érikah miró a Dann a los ojos y su corazón comenzó a latir más fuerte, ese momento sería la señal para que el espíritu de la Navidad terminase su trabajo. Ella suspiró temerosa y asintió.

- Si, veamos que nos regalaron. – agarraron sus improvisadas armas y se acercaron al árbol, Dann se sentó ante él, dejando un espacio para que Érikah pudiera sentirse segura a su lado. Optó por quedarse de rodillas.

- Veamos que dicen las tarjetas; este es de Shon.

- ¡Espera, iré a por el mío! No tardo – Érikah se levantó rápido y como una brisa volvió con su paquete envuelto por un papel de colores.- Lo abriremos después. –Dann asintió ilusionado al ver a su novia feliz por un segundo, como si todos los males nunca hubiesen existido.

- ¡vamos ábrelo! –le animó ella que veía desde su espalda. Las manos fuertes del atlético Dann ahora se veían temblorosas, casi frágiles ante las sorpresas que sus amigos les habían dejado post mortem. Levantaba despacio la tapa de la caja envuelta, dentro, una tarjeta decía “para una mejor vista” y debajo, un estuche bastante simple de madera esperaba ser abierto, Dann lo sacó de la caja… la angustia al abrirlo le rompió por dentro, los ojos que habían desaparecido del cuerpo de Shon, estaban ahí.

- ¡Noo! ¿pero qué es esto? –y sin esperar respuesta abrió uno más grande, tembloroso y descuidadamente. ¡Ahh! –un grito aterrador inundó la cima de la montaña, su pulso latía sin descanso, sus ojos se volvieron rojos por el terror y su corazón comenzó a querer salirse del lugar. Era la cabeza de Zac, que le miraba asustado, la soltó tirándola al suelo. Se levantó de un arrebato, dando una patada al tercer regalo saliendo despedido del interior los intestinos que presumían ser de Laila, Dann enloqueció, quiso salir de la cabaña pero la puerta estaba cerrada, no se lo podía explicar, desesperado, iba de un lado al otro ¡tenía que salir de ahí!, cuando de pronto todo se volvió negro. Érikah le había golpeado en la cabeza dejándolo inconsciente. Tras ella se escuchó una voz.

- Lo has hecho muy bien, te has ganado tu regalo... –Érikah se hizo a un lado. El espíritu de la Navidad alargó su brazo al pecho de Dann, incrustó sus filosas uñas en él y apretando su corazón se lo arrancó.- Justo lo que imaginaba, este chico tiene un gran corazón. –rió con maldad y se lo tendió a Érikah.- ¡Feliz Navidad niña! Ésta sacó un gran tarro con formol que escondía en uno de los armarios de la cocina y lo introdujo cuidadosamente.

- Bueno, nuestro trato ya está terminado –dijo a la par que se lavaba las manos ensangrentadas-

- ¿Te vas tan rápido? No me has dejado mi vaso de leche y galletas. –se burló el espíritu.

- Sírvete tú –le invitaba mientras colgaba en la pared el cuadro que iba a ser el regalo de ella a Zac. – Yo ya no aguanto más ni tu peste, ni tu presencia.

- Aún queda algo…un pequeño detalle sin mucha importancia.

- ¿Y qué es? –El espíritu olía el miedo en ella, y lo estaba disfrutando. La cerradura se abrió al giro de una llave; tras ella, apareció una silueta femenina quitándose una capucha que le cubría casi todo el rostro.

- ¡Laila! – Érikah enmudeció, su piel blanca había palidecido más aún- Pero… ¿Cómo? ¡Si él te mató!

- ¡Hola! –saludó burlona.- Verás Érikah, es más complejo que eso… Tú le ofreciste la vida y el alma de los chicos al espíritu, a cambio de un estúpido poder de adivinación y el comienzo de la introducción a la locura con el corazón de Dann en un estante en la oscuridad. ¡Y encima tuviste la ‘inocencia’ –marcó las comillas- de exigirle que a mí no me matase!…hubieras hecho mejor regalándole mi vida, te hubieras salvado tú, pero ahora vas a morir. –en la garganta de Érikah se había formado un nudo, su corazón parecía que iba a explotar, sabía que no tenía salida.

- Antes tengo que saber algo. –su voz sonó temerosa, ya no podía esconderlo.

- Pregunta entonces.

- ¿Tú que ganas con mi muerte?

- ¿Yo?, seré la dueña de todo esto. –Érikah sabía a qué se refería con sólo mirar al espíritu, que sonreía poderoso detrás de Laila.- el bosque y la cabaña me pertenecerán.

- ¿Me vas a matar sólo por un terreno que no es mío y en el que yo no voy a volver en mi puta vida?

- No, no, no, no… eso es lo mejor, ¡hay más! –reía con maldad- Y es que, gobernaré este terreno, los humanos serán mis juguetes…- risas de locura surgían de su interior.-

- ¿Qué te ha dado para que me traiciones? –se dirigió al espíritu.

- Tu vida. Tu alma. Recuperaré lo invertido. –y sin perder un solo segundo más, Laila agarró el pico que descansaba cerca del cuerpo muerto de Dann y se lo clavó en el estómago a Érikah haciendo que callera de rodillas; de su boca brotó un chorro de sangre. Laila lo sacó y se lo volvió a clavar en la espalda, la sangre había inundado la alfombra.




FIN



5 comentarios:

  1. Que gran relato, amiga Mel, además de excepcional compañera literaria. Es una historia macabra, a la vez que inesperada a todas luces. Genial el final que nos has hecho sufrir hasta el final, pues cada vez que lías un renglón más, la intensidad iba subiendo a pasos agigantados. Fenomenal historia, compi, te felicito desde Sevilla, besitos y... ¡Feliz Navidad!
    PD. Todavía no lo habia hecho nunca, pero está claro, que en época navideña, jamás iré a una cabaña, jamás...

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    1. ¡Muchísimas gracias Jorge! especialmente en este caso me alegro mucho de que lo hayas disfrutado tanto.

      Realmente, este relato ha sido un reto mayor, y eso le da un especial valor, junto a otros relatos ya publicados.

      jajajaj al menos busca una casa rural céntrica, eso evitará estos 'problemitas' jajajjaja.

      ¡Feliz Navidad compañero! y muchas gracias por tus palabras. Un abrazo.

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  3. Mel,me ha encantado...Tienes una narrativa tan viva...Que haces que el lector se meta en escena y viva la situación junto a los personajes.Enhorabuena por tu excelente narrativa y te ruego que estas Navidades,no pierdas la cabeza!!!!!...Besitos,preciosa y felices fiestas pero nada de cabañas...eeeh????

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    1. ¡Hola Angeles!

      Me alegro muchísimo de que te haya encantado, es una alegría para mi.
      Yo no tengo problemas con las cabañas, de poder pasaría las fiestas en una :D

      ¡Un abrazo desde el otro lado!

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